Capítulo: El Caos en Terra
Tras la épica huida de Coruscant, Marco y Morrigan llegan a Terra, el legendario planeta del Imperio en el universo de Warhammer 40K, donde creían poder descansar unos momentos antes de enfrentar cualquier otra amenaza. Lo que no sabían era que los rumores de su llegada habían llegado rápido al Adeptus Mechanicus, cuyos líderes aún estaban furiosos por la última serie de "ajustes divinos" que Marco les había dejado, incluida la inscripción legendaria en el altar del Omnissiah.
Apenas aterrizan en Terra, las alarmas suenan a lo largo y ancho del planeta. Cientos de Skitarri, los guerreros cibernéticos del Mechanicus, y un batallón de Caballeros Imperiales son movilizados para capturar a Marco y vengar la ofensa al Omnissiah.
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Marco:
"Vaya, parece que alguien aún guarda rencor por aquellas estatuas... ¿o será por las nuevas leyendas sobre el Omnissiah? ¡Vamos, fue solo una broma divina!"
Morrigan:
"Cariño, creo que esto es más que un simple malentendido... deberíamos pensar en salir de aquí antes de que decidan convertirnos en piezas de museo."
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La Gran Persecución en Terra
Sin tiempo para buscar una nave segura, Marco y Morrigan echan a correr por las ruinas sagradas de Terra, esquivando columnas y templos. Pero la Adeptus Mechanicus no iba a dejarles una salida fácil. Decenas de Skitarii comienzan a rodearlos, mientras los Caballeros Imperiales hacen temblar el suelo con sus pisadas. Las enormes máquinas de guerra los persiguen, disparando rayos y proyectiles que hacen polvo los antiguos edificios.
Para sorpresa de todos, Marco abre un portal improvisado usando un cristal que "casualmente" tenía guardado, y lo activa en pleno suelo sagrado, ¡lo que enloquece aún más a los tecnosacerdotes!
Tech-Priest Dominus (transmisión pública en Terra):
"¡Profanador de sagrados relicarios! ¡Tú y tus desvergonzadas 'mejoras' han cruzado los límites de lo tolerable! Por decreto del Omnissiah, serás desintegrado en moléculas y tus átomos convertidos en engranajes que adoren la máquina eterna."
Marco:
"¡Ay, por favor! Que alguien le diga al Omnissiah que tengo mejores planes para mis átomos. ¡Yo ni siquiera quería hacerme un dios en su lugar, eso fue obra suya!"
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El Emperador Observa... e Intenta No Reírse
Mientras tanto, desde su trono dorado, el Emperador observa todo lo que ocurre en Terra. Al principio, indignado por la invasión, intenta conservar la calma, pero luego, al escuchar la audacia de Marco y ver el caos que se desata, no puede evitar soltar una sonrisa. "Este hombre… podría darle algo de vida a estos sacerdotes anticuados."
Emperador (en un susurro):
"Marco... casi me haces desear levantarme del trono y unirme a esta locura."
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El Desenlace: La Gran Fuga
Finalmente, con un último y loco movimiento, Marco desactiva el portal y le da un regalo de despedida a los tecnosacerdotes: otra serie de estatuas, esta vez, ¡en su propia imagen! Los líderes del Mechanicus, al borde de la histeria, claman al Omnissiah mientras ven cómo Marco y Morrigan desaparecen entre la tormenta de humo y explosiones.
Tech-Priest Dominus:
"¡Nos ha profanado nuevamente! ¡Es el mayor sacrilegio del milenio!"
Morrigan:
"Oh, tranquilos. Simplemente necesitan un poco de sentido del humor. Adiós, adoradores del Omnissiah. Nos vemos en la próxima."
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Regreso al Chat Multiversal
Cuando vuelven a casa, el chat multiversal está en llamas:
Superman:
"No puedo creer que hayas escapado de Terra... ¡y con las estatuas otra vez!"
Batman:
"Por favor, dime que al menos no causaste daños irreparables."
Deadpool:
"¿Irreparables? ¡Esto es historia viva! ¡Marco va a ser leyenda en Warhammer por generaciones!"
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Así, Marco se convierte en la única persona que ha escapado de Terra, dejando atrás un Adeptus Mechanicus furioso y un Emperador ligeramente entretenido, mientras su propio mito crece a lo largo de todo el multiverso.