章 76: Capitulo 76
El Cielo, un reino imponente, donde las leyes cósmicas gobiernan, las estrellas resplandecen eternamente y el orden absoluto prevalece. Nadie pensaría que alguien podría infiltrarse allí sin ser detectado. Pero Marco, con su estilo único y desbordante de caos, logró lo que parecía imposible.
Todo comenzó con una reja. Una simple reja celestial que, a pesar de ser un símbolo de seguridad y protección para el reino de Dios, no estaba preparada para el inusitado poder de Marco. Mientras el Cielo mantenía su vigilancia sobre los universos, Marco simplemente apareció de la nada, como si las reglas de la realidad no se aplicaran a él.
Marco (sonriendo pícaro): "¡Oh, qué bonita reja! ¿Quién necesita puertas cuando tienes esto?" Dijo, señalando la cerradura mientras se agachaba para agitar un pequeño frasco de sustancia de dudosa procedencia.
De repente, con un leve giro de muñeca, la reja se desbloqueó. No hubo una explosión ni un trueno cósmico, solo el sonido de un suave "click". Marco se coló en el Cielo sin que nadie lo detectara.
La guardia celestial, compuesta por seres de inmenso poder, solo quedó mirando perpleja cómo Marco pasaba de largo, sin la menor preocupación. Nadie entendía cómo había logrado entrar, pero eso era lo de menos. Marco no estaba allí para preguntas, sino para demostrar que las leyes del universo no valen para él.
Marco (en tono bromista, mirando a su alrededor): "¡Vaya, este lugar necesita más vida! ¡Todo se ve tan… tan celestial! Pero, ¿dónde están las fiestas? Y hablando de fiestas, ¿dónde está el whisky omniversal?"
A medida que avanzaba por el reino, las estrellas comenzaron a titilar y los ángeles más cercanos se sentían incómodos por su presencia. Pero Marco, completamente ajeno al caos que estaba causando, comenzó a organizar su fiesta celestial, moviendo las estrellas como si fueran luces de discoteca, haciendo llover whisky omniversal de las nubes, y convocando sustancias de dudosa procedencia de su bolsillo.
En el trono de Dios, Dios estaba observando en silencio, perplejo. Lo que Marco había hecho era algo que nadie en el multiverso podría haber anticipado. El Cielo, que había sido una fortaleza impenetrable durante milenios, había sido invadido como si fuera una casa común. Marco, con un solo movimiento, eliminó la protección de la reja celestial y colapsó el orden.
Dios (desconcertado, desde su trono): "¿Qué… qué está pasando? ¿Cómo… cómo ha entrado aquí?"
Ángeles: "¡Señor! Algo no está bien… no hay protocolos… ¡es como si la realidad misma se doblara ante él!"
Y mientras los ángeles luchaban por comprender la magnitud de la invasión, Marco no perdió el tiempo. Se acercó al trono y, sin pedir permiso, se sentó en él. Era su lugar ahora, y todo el Cielo lo sabía.
Marco (girando la corona celestial entre sus dedos): "Miren chicos, soy nuevo en esto, pero creo que esto va a ser divertido. ¡A partir de ahora, soy el nuevo jefe aquí! Y Dios, ¿por qué no te unes a la fiesta? Creo que vamos a tener un par de rondas de whisky."
Dios (respirando profundamente, completamente desconcertado): "No puede ser… ¿Cómo has logrado esto?"
Marco (con una sonrisa de oreja a oreja): "Es fácil, amigo, solo tienes que seguir un par de reglas: no tomes demasiado en serio las reglas, y siempre lleva whisky. Por cierto, Dios, creo que es hora de que tomes un descanso. Relájate, ¿sabes? Te haré un favor y te incluiré en mi lista de secuelas."
La atmósfera celestial, que había sido serena y ordenada, se sumió en el caos. Dios, la figura de poder más alta, sin saber qué hacer, observaba a Marco tomar las riendas del lugar. Finalmente, se dio cuenta de lo inevitable: Marco no era un dios normal. No solo desafió la realidad misma, sino que, por alguna razón, se sentó en su trono y comenzó a jugar con los hilos del universo.
Dios (suspirando, con resignación): "No puedo luchar contra esto… ¿Qué más da? Lo acepto, ¿cuándo empieza la fiesta?"
Marco (riendo a carcajadas): "¡Ahora sí! ¡Bienvenido al multiverso del caos y el whisky omniversal! ¡Prepárate, porque esto apenas comienza!"
Desde ese día, Dios se convirtió en el nuevo secúaz de Marco. No porque lo quisiera, sino porque no podía hacer nada más. El poder de Marco no solo desestabilizó el Cielo, sino que también dobló las leyes universales. Y aunque Dios siguió gobernando en su trono, Marco estaba ahora el que dictaba las reglas del caos y la diversión.
Mientras tanto, en el chat multiversal, la reacción fue un torbellino de risa y asombro. Joker y Deadpool no dejaban de hacer comentarios sobre cómo Marco había hecho lo que nadie pensaba posible.
Deadpool (riéndose a carcajadas): "¡Esto es lo más épico que he visto! ¡Marco y Dios juntos! ¿Puedo tomar una foto?"
Joker (con su clásica risa maníaca): "¡Espera! ¡Necesito un momento para procesar esto! ¡¿Marco tomando el trono de Dios?! ¡Es lo mejor que he visto!"
Y así, en un giro inesperado, el universo había cambiado para siempre. Marco, el caos personificado, había tomado el Cielo y convertido a Dios en su secuaz. El multiverso entero, temblando de risa y asombro, esperaba con ansias lo que este nuevo orden traería.
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