Rain concentró su energía mágica, dirigiéndola hacia los gigantescos guantes de tierra que envolvían sus manos. Con un pensamiento decidido, los transformó en largas y puntiagudas garras. Cada garra brillaba con una agudeza que demostraba la maestría de Rain sobre la magia de la tierra.
Flexionando sus dedos, probó la novedosa arma. Era poco convencional para el boxeo, pero Rain había abandonado hace tiempo la idea de que el combate se limitaba a los puños. La adaptabilidad era el núcleo de su filosofía de lucha. Ya fuera a través de puñetazos, patadas o el uso de la magia, adoptaba todas las técnicas para salir victorioso.
Con sus garras de tierra listas, Rain se preparaba para enfrentar la inminente amenaza, reconociendo que la verdadera destreza marcial provenía de ser versátil y hábil en el combate.