En medio de este caos de fuego, fragmentos de tierra quemada eran catapultados hacia el aire, impulsados por la explosiva energía del ataque del dragón. Estos ardientes fragmentos dibujaban arcos en el cielo antes de precipitarse de vuelta al suelo, dejando tras de sí brasas humeantes.
Sin embargo, mientras el suelo seguía humeando, el asalto del dragón de fuego cesó abruptamente. Su atención había sido capturada por una nueva amenaza: Rain. Saliendo de su escondite, Rain corría hacia el territorio del dragón, desesperado por escapar. El dragón, redirigiendo momentáneamente su furia, se fijó en el audaz humano mientras huía.
El dragón de fuego comenzó a perseguirlo y también lo intentó el dragón de tierra. Pero entonces, numerosos tornados de fuego envolvieron a la criatura y forzaron al monstruo a detenerse y concentrarse en ellos en su lugar.
—Parece que captaron la indirecta —pensó Rain mientras miraba por encima de su hombro.