—Srta. Myers, venga conmigo, por favor —dijo educadamente Frankie.
—Lance, déjame quedarme y cuidarte. No tienes que preocuparte por mi bienestar. Estaré bien —se lamentó Yazmin.
—Yazmin, he decidido no divorciarme. Eres una chica. No te acerques demasiado a mí de ahora en adelante. Sabes cómo habla la gente —dijo fríamente Lance poniendo cara larga.
—¿Qué? Lance, ¿de qué estás hablando? —Yazmin no podía creer lo que escuchaba. Pensó que estaba alucinando.
Estaba tan sorprendida que ni siquiera podía cerrar la boca. Esta vez, sus llantos fueron genuinos. —Lance, es solo por ahora, ¿verdad? Puedo esperar. No te preocupes por mi salud... —dijo.
—No estamos hechos el uno para el otro —frunció el ceño Lance. No podía soportar ser demasiado duro con Yazmin, así que dijo suavemente—. Yazmin, eres como una hermana para mí. No quiero lastimarte.
—¡No! No quiero ser tu hermana. ¡Quiero ser tu esposa!
—¿Qué hice mal? ¡Dímelo! ¡Cambiaré! —La voz de Yazmin se volvió ronca.