Punto de vista de Kayla
Así que, en la mansión completamente oscura, con una mano sosteniendo a Daisy y la otra tocando la pared, seguí a Harrison paso a paso, dirigiéndome hacia su dormitorio.
—¡Ah!
—¡Ten cuidado!
Para cuando me di cuenta, Harrison, que había estado caminando delante de nosotros, ahora estaba a mi lado. Su mano rodeó mi cintura, evitando que me deslizara al suelo. Pero cuando todos nos dimos cuenta de nuestro gesto íntimo, una pizca de incomodidad cruzó la expresión de Harrison. Reluctantemente retiró su apoyo sobre mí.
—¿Por qué eres tan descuidada? —preguntó Harrison.
Quizá percibiendo un toque de reproche en el tono de Harrison, Daisy hizo un puchero de insatisfacción y le replicó a él.
—No es culpa de Mamá. ¡Hay un charco en el suelo! Si Mamá no se hubiera estado agarrando de la pared, habríamos caído juntos.