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75% Percy Jackson: En DCU / Chapter 3: Capítulo 3: Preparo hamburguesas de vaca, y doy una lección a un niño grande.

章 3: Capítulo 3: Preparo hamburguesas de vaca, y doy una lección a un niño grande.

No me detuve ni un segundo mientras corría desde la cabaña de mi madre hacia la costa a menos de trescientos metros de distancia.

Tan pronto como llegue a la orilla me lance al mar, y nade a toda velocidad hacia el Hudson, no me detuve a pensar, tenia que llegar rápido, Siopí estaba en peligro. La única náyade existente en este mundo pedía mi ayuda, y no pensaba decepcionarla.

Mis poderes pulsaban en el agua, el mar me energizaba y sin siquiera darme cuenta mi velocidad máxima parecía incrementarse a ritmo rápido.

Me sentía mucho mas poderoso de lo que nunca antes me había sentido. Mi energía estaba a niveles que superaban a cuando tenia la Maldición de Aquiles.

Era embriagador, pero me centre en mi objetivo.

Mi poder manaba de mí, e inundaba el East River mientras avanzaba. Cuando pase al Hudson fue lo mismo, lo note, pero no le di mayor importancia.

Tenia una gran montaña de carne de res que procesar, y a un idiota con afición por el spandex a quien darle una lección.

Eso era todo en lo que podía pensar.

Cruce el Hudson a toda velocidad, e incluso cuando abandone el rio, arrastre unos pocos miles de litros conmigo para poder avanzar rápido sobre la tierra, como si llevara una gran ola bajo mis pies.

A mi entrada en Central Park me encontré con una escena que me hizo hervir la sangre.

El lago de Siopí había cambiado ligeramente de forma debido a lo que solo puede describirse como el impacto de un meteoro… Bueno, es la única forma en que puedo explicarlo, un cráter en un costado expandía el área del lago un par de cientos de metros cuadrados…

El gran idiota de azul seguía peleando con el Minotauro cerca de la orilla. Había varios árboles rotos, o arrancados.

Y el tal Superman tenía unas pocas heridas encima.

Por la forma en que parecía apretar la mandíbula el tipo no estaba nada acostumbrado al dolor, y eso lo hacía aún más descuidado e inútil en batalla contra un guerrero entrenado, incluso si ese guerrero es simplemente el Minotauro.

Los ignore de inmediato, a ese paso ninguno seria capaz de derrotar al otro.

Vine aquí por Siopí, y seria muy estúpido no cerciorarme de su estado antes de lanzarme a pelear con los malos. Es decir, no soy Ares, o Heracles, ni el tonto de azul de allí.

Así que camine hacia el Lago del Silencio, llevando el agua que tome del Hudson junto a mí.

Tan pronto como llegue allí, note que el nivel del agua del lago era casi un metro menor. Toque el agua y llame a Siopí, la pequeña náyade parecía estar esperándome porque salto del agua y se aferro a mi llorando tan pronto como emití un poco de poder en el agua.

—Mi señor, el toro malo rompió mi lago —se quejó la pequeña náyade mientras su nariz moqueaba.

No sabia a que parte de eso responder primero… Es decir, si habían dañado su lago… pero no creo que alguien pueda… bueno romper un lago… no realmente al menos, bueno, si lo dragaran podrían…

Si, no creo que pueda explicarle algo como eso a una náyade con unas horas de vida, así que me limite a frotar su espalda y dejar que se desahogara.

—El tipo azul, lanzo al toro al agua muy muy alto, y rompió mi lago al caer —continuo Siopí.

Lo vi en televisión, pero no creo que sea una buena idea interrumpir a una niña pequeña cuando está llorando.

—Luego el tipo azul hizo whoosh y cayo al lago también, el rompió mucho más… el toro malo se escapó de él, y luego lanzo un árbol al agua… —continúo narrando la náyade para acabar apuntando aun tronco de pino que flotaba cerca del centro del lago— … Y ahora ese tubo se lleva mi agua… me secare… buah… —Siopí, al parecer terminando su narración se echo a llorar a todo pulmón.

Mire al lugar donde apunto, y note que el cráter había abierto lo que solo podía ser un conducto de drenaje que pasaba bajo el camino peatonal.

Pude sentir como el agua se filtraba hacia el drenaje, y dado el ritmo al que iba, solo tomara unas seis u ocho horas para desecar casi completamente el lago de Siopí.

Justo en ese momento, como si estuviera esperando a que mi humor tocara fondo antes de provocarme un poco más, el super idiota en mallas de spandex paso zumbando a mi lado directamente al agua del lago de Siopí. Dada su velocidad y peso, acabaría abriendo una zanja si le dejaba continuar su caída…

Así que hice lo mas sensato. Con un movimiento de mi mano, controlé el agua del lago y la endurecí en forma de puño, antes de golpear a Superman de regreso por donde vino.

Verán, cuando un líquido aumenta su viscosidad lo suficiente, un impacto a gran velocidad hace que equivalga a golpear roca sólida. Solo que mucho mas resistente, y con capacidades elásticas… Supes voló al doble de velocidad, seguramente directo hacia el Minotauro.

—Tranquila, Siopí —le dije a la pequeña náyade que miro con sorpresa al "tipo azul" estrellarse con su lago, pero hacerse daño a si mismo esta vez— yo me encargare del toro malo, el tipo azul, y… —enfocándome en el conducto de drenaje roto, controle el agua a su alrededor y lo convertí en un hielo que no se derretiría por medios normales— …ya no se drenara tu lago.

Dejando a Siopí sobre el agua de su lago, me gire para mirar hacia donde Supes y la cabeza de res parecían acabar de notarme.

—Hola cerebro de hamburguesa —salude al Minotauro— ¿Me extrañabas?

Mino-tan respondió con un bramido y una salvaje carga frontal mientras empuñaba su enorme hacha de oro imperial.

—Pues yo no te extrañe ni un poquis, Asterios —le dije mientras destapaba el bolígrafo de bronce celestial en mi bolsillo y hacia aparecer mi espada Anaklusmos.

El golpe del Minotauro fue muchas veces mas poderoso que cualquier otro que haya dado si mi memoria no me fallaba. Pero su hacha se encontró bloqueada con un movimiento un tanto perezoso de mi espada. El choque creo una onda expansiva.

Nunca antes había pasado algo así. Era como si ambos fuéramos una docena de veces mas fuertes de lo normal.

Entonces el hombre en spandex, Super-Tonto, se acercó volando y dijo.

 —Sera mejor que te retires —su voz de niño santurrón e inocente me molesto, ¿Qué sabia el de pelear contra monstruos? — Esa criatura es extremadamente fuerte.

—Ah, ¿sí? —pregunté con descaro, mientras daba una patada al Minotauro en el costado enviándolo volando una docena de metros— Wow… eso solo debió empujarlo un poco —dije sorprendido, realmente parecía una docena de veces mas fuerte de lo normal.

Superman se lanzo a atacar al Minotauro, pero un revés con el plano del hacha lo envió dando tumbos por el suelo.

—¡¿No crees que eres tú quien debería retirarse?! —le grite— ¡Esta criatura es extremadamente fuerte, y sabe pelear, a diferencia de otros!

No tuve tiempo de ver su reacción, el Minotauro se había lanzado al combate nuevamente.

Bailamos uno en torno al otro. Parecía ser que no era solo su fuerza, su inteligencia también era mayor de lo que era antes. Sus golpes de hacha eran medidos, planeados, y poseían una técnica que era bastante buena.

Me vi forzado a bloquear y desviar con Anaklusmos, y a evitar algunos de los golpes mas fuertes. Mientras nos manteníamos en la zona de muerte del otro.

Bloquee uno de los golpes laterales del Minotauro, al mismo tiempo que lanzaba mi puño para golpearlo en un área desprotegida. Él a su vez lanzo un fuerte rodillazo a mi estomago que me lanzo en dirección al lago de Siopí, detuve mi caída usando el agua para recibirme, regresé rápidamente a la orilla para reanudar el combate, pero me encontré con que Superman se enfrentaba al Minotauro en mi lugar… con poca efectividad.

Tal vez aburrido o cansado de Superman, el Minotauro se puso en posición de carga, y embistió a Supes con los cuernos por delante, pero note algo que Supes pareció ignorar… Mino-tan no había dejado a un lado el hacha, es decir, no pensaba cornear al tipo de spandex azul.

Supes trato de atrapar a Asterios por los cuernos, había aterrizado y esperaba listo para atraparlo en su carga. Pero Mino-tan giro sobre si mismo, usando su impulso y la fuerza centrifuga para golpear a Supes en el torso con el plano del hacha, otra vez, enviándolo volando con en un arco alto con dirección a la próxima ciudad, bueno, quizás…

—¡Se va, se va, se va, y… se fue! —grite como si de una pelota de beisbol en un juego emocionante, ¿eso existe?, se tratará— Y es un home run. ¡Que gran bateo, Cabeza de vaca! —felicite al Minotauro, que no parecía nada feliz por ello.

Avanzando como un toro embravecido el Minotauro se lanzo al ataque nuevamente, con mucha mas intensidad y furia que antes.

No lo hice esperar, esto estaba envejeciendo muy mal, así que era mejor terminar rápido, para regresar a casa y comer más galletas azules.

Esta vez no me contendría, y el tampoco, a juzgar por el peso de sus ataques.

Su hacha tenia tanto peso y fuerza en cada golpe que me hacia retroceder cuando bloqueaba. Mis pies si trataba de mantenerme firme se hundían en la tierra. Mis brazos hormigueaban. Y, de alguna forma me sentí emocionado por ello.

Era casi como entrenar con Japeto o Damasen. Pero Mino-tan aun se quedaba corto en comparación. Ya era hora de mostrarle lo que había aprendido del Empalador, y el Gigante Pacifico.

Tomando algo del agua del lago de Siopí, deje caer a Anaklusmos y forme una lanza de hielo endurecido.

—¿Carne picada? No gracias— dije en el instante que el peso perfectamente equilibrado de la lanza se sintió en mi mano y brazo— creo que hoy voy por brochetas de res.

Con un bramido fúrico, Asterios se trato de partirme a la mitad con su hacha, pero con medio giro hacia un lado, y un empuje de la lanza perfore su muslo derecho.

El grito de dolor del Minotauro me hizo zumbar los oídos.

Retrocediendo para mirar a mi enemigo mientras cojeaba ligeramente para regresar a la carga, no pude evitar sonreír.

—Ya sabes como va esto, novillo —le dije con burla y un brillo risueño en los ojos— esta es la parte donde te mato y te reformas en el pozo, luego, en unos seis meses regresas, enjuagar y repetir. ¿Podríamos saltarnos el regreso, no crees?

—Te… matare… —gruño guturalmente el Minotauro.

Eso si que me sorprendió, nunca lo había escuchado hablar.

—Ponte en la fila, vaquita —le dije— hay monstruos mas grandes y malos que pidieron dibs.

—Graaah… —bramo el Minotauro lanzando otra ofensiva total. Apoyaba menos peso en su pierna herida, lo que afectaba su fuerza y equilibrio, pero seguía siendo un oponente hábil.

—Sabes, si no trataras de matarme siempre —le dije mientras evadía retrocediendo para evitar un golpe descendente del hacha— Podríamos disfrutar de estas peleas mucho más.

Mino-tan, enojado como estaba, y aparentemente creyendo que me burlaba de él… ¿de donde saco esa idea?... me ataco abandonando toda pretensión de guardia.

—Sueña… hijo del mar… —gruño mientras un fuerte puñetazo me enviaba volando hacia los arboles al otro lado del lago.

Me levate dolorido. Anaklusmos estaba de regreso en mi bolsillo, así que disperse la lanza, y saque nuevamente mi espada.

El Minotauro ya estaba en camino, cargando con furia pese a su herida.

Me prepare para eliminarlo esta vez, cuando note que el hombre spandex regresaba volando.

—Te agradezco por mantener ocupada a esa criatura —dijo con un tono altivo— Los refuerzos de la Liga ya están aquí, despeja el área y deja que los mayores se encarguen, niño.

Notando que Asterios se lanzaba con su hacha en un salto griego clásico de supresión, me agache evitando su ataque, y con un giro entrenado, mi espada corto su fea cabeza de vaca.

—¿Decías? —le dije al hombre del spandex azul, lanzándole una mirada de superioridad con una sola ceja alzada (patente pendiente de Artemisa).

Escuche como el gran hombre toro estallaba en polvo dorado, y regresaba al Tartaro para reformarse, mientras miraba al tal Superman, esperando para pelear con él. Aún tenía que enseñarle a no dañar lagos sin cuidado.

Su expresión era de pavor total, se veía un poco verde en realidad, y me miraba con ira y reproche.

¿Es que nunca ha matado a un enemigo en batalla? ¿Qué clase de héroe se cree?

—Lo mataste —declaro como si fuera tonto.

—Dah… Acabas de verme hacerlo, ¿o no entiendes el concepto en absoluto? —le dije con sarcasmo— Hay… que… matar… a los… malos… —le dije como si hablara con un bebe, o alguien especialmente lento.

—Los héroes no matan — afirmo él con un tono moral y tan molesto que no pude evitar poner los ojos en blanco.

—Los héroes matan… Por eso son héroes —le dije con una sonrisa torcida, aun con mi espada en la mano.

Super-Perdedor con su ropa interior-exterior parecía estar en completo desacuerdo conmigo, a juzgar por el intento un poco torpe de atacarme en ese momento.

Lo evite con algo de dificultad, realmente embiste solo en línea recta. Es como pelear con un hijo de Hermes, o el propio Hermes.

Es rápido, pero no iguala a Hermes, y mucho menos a Apolo. Así que realmente no me era demasiado difícil seguir sus movimientos.

Quizás me excedí un poco, pero use la empuñadura de mi espada para hacerle un calzón chino cuando se lanzó hacia mí, ya sabes, enganchar y esperar.

No pueden culparme, la ropa interior por fuera es como pedirlo.

Supes se quedo en el suelo, aferrándose a sus partes, al menos por segunda vez en el día.

—Lo estabas pidiendo —le dije como excusa— ¿Quién usa la ropa interior por fuera?

Supes se levantó, tenía una vena abultada en la frente que realmente asustaba. ¿No iba a tener un derrame, cierto?

Se que soy molestamente fresco y exasperante, con una ligera propensión a enojar a los poderosos. Pero si pudiera exasperar a alguien a la muerte, lo habría usado con Zeus, no con un tipo que parece una bandera, solo le faltan las estrellas.

—Tu… pequeño… ¿acaso eres un niño? —gruño Superman.

—Tengo 18, cumplo 19 en unas semanas, ¿Cuál es tu excusa para el spandex? —le respondí.

—Si eres un niño… —mascullo Superman desconcertado antes de fruncir el ceño— …un niño dispuesto a matar y que ya es un asesino.

Este tipo realmente es molesto, ¿Qué sabe el de pelear con monstruos? ¿Qué sabe de pelear una guerra? Solo es un idiota jugando al héroe porque se siente lo suficientemente fuerte para hacerlo.

—No sabes de lo que hablas, mortal —le gruñí, sentí que las aguas del lago de Siopí, y del rio Hudson me llamaban, como si quisieran que las usara para darle una lección al idiota frente a mí.

Al mar no le gusta que lo contengan, y mi habilidad de contenerme a mi mismo se había agotado completamente. Este idiota entendería ahora cual es su lugar, se lo enseñaría por las malas.

Sentí el tirón en mis entrañas cuando usé mis poderes para convocar las aguas del lago y del Hudson para que acudieran a mi para servirme como armas.

Sentí como el agua del Hudson se abalanzaba por las calles de Manhattan, dirigiéndose a Central Park.

No pude evitar sonreír cuando vi también las aguas del lago de Siopí rodearnos en un instante.

—Siempre planeé patearte el trasero, chico spandex —le dije a Supes— ese lago que dañaste antes es el hogar de una náyade bastante pequeña. Y tu y esa cabeza de buey que mate la asustaron y por poco la matan.

Pude ver los ojos de Superman contraerse al escuchar la ultima parte, pero su mirada se endureció al instante.

—No hay tal cosa como Náyades en este mundo —declaro con una certeza que me decía que sabia algo sobre la razón de la falta de espíritus de la naturaleza.

—No había náyades esta mañana, Siopí es joven, tiene solo unas horas —explique avanzando hacia él, mientras guardaba a Anaklusmos convertida en un bolígrafo.

Supes trato de volar fuera del circulo de agua que nos rodeaba, pero con un movimiento de mi mano, el agua se movió y lo lanzo directo hacia mí.

No se como lo hice, solo quería darle un golpe duro, quizás eso inconscientemente me hizo recurrir a mas de los poderes de mi padre, pero cuando mi puño lo golpeo en la cara sentí la vibración y la onda expansiva demostró que acababa de canalizar la fuerza que hace temblar la tierra.

El agua lo atrapo otra vez evitando que acabara volando hasta el siguiente estado. Justo a tiempo para que las aguas del Hudson se unieran a las de Siopí, creando un mundo envuelto por una cúpula masiva de agua. Deje que parte del agua se derramara en el suelo, de modo que estuviera de pie sobre unos treinta centímetros de agua.

—No te iras hasta que te lo permita —declare con un tono similar al que usaba cuando dirigía en la Segunda Titanomaquia.

Lo que siguió paso como un borrón. Puños iban puños venían. Me sentía como si estuviera entrenando a un campista más joven.

Supes era fuerte, y sus reflejos eran increíbles. Y tenia un conjunto de poderes que empequeñecían a cualquier semidios que no fuera de los Tres Grandes. Pero su habilidad de combate, y técnica eran las de un niño pequeño.

¿Realmente ha sobrevivido peleando así?

Debieron ser unos minutos, a lo mucho media hora.

Pero alguien nos interrumpió. No tengo idea de cómo, pero una especie de túnel de luz verde se abrió paso en el domo, y dejo que otro grupo en mayas y leotardos entrara.

Una mujer con cabello negro y ojos azul eléctrico… ¡eh, una hija de Zeus!

Vestida con una armadura amazónica fue la primera en acercarse.

—¿Por los Dioses? —dijo con un tono exasperado e irritado— ¿Puedes explicar porque peleas con un niño, Superman?

—El empezó —protesto Superman infantilmente— Hem… quiero decir… Este joven es un metahumano poderoso que ha matado a un enemigo ante mis ojos. Solo pretendía tomarlo en custodia para que enfrente las consecuencias de sus actos.

—Ni siquiera mate a una persona, era el maldito Minotauro —explique lanzando un pulso de agua en la cara a Superman al mismo tiempo— pero este tipo idiota en pijama y roja interior-exterior ni si quiera se da cuenta de cuando está enfrentando un monstruo inmortal.

—Lo mataste —acuso Superman— podríamos haberlo contenido.

Otro pulso de agua después. Y una mirada fulminante de la hija de Zeus, y deje que las aguas regresaran a sus lugares originales.

—Era un monstruo griego, in... mor…tal… —le dije con molestia Superman— ¿Te lo deletreo?

—¿Minotauro? —inquirió la hija de Zeus con desconcierto— No ha habido monstruos antiguos desde que los Dioses Abandonaron este mundo.

—Eres hija de Zeus, ¿no? —le pregunte— Pues los Dioses regresaron hace una o dos semanas, no estoy muy seguro. Evacuaron de mi mundo a este porque perdieron la Segunda Gigantomaquia.

—Eso no tiene sentido —protesto Supes.

—¿Evacuaron desde tu mundo? —pregunto la mujer antes de responder a mi pregunta— Y si, soy hija de Zeus, Diana de Themyscira.

—Pues es un placer, prima —le dije— y, yip, los Dioses perdieron, el mundo fue tomado por Gaia y sus hijos gigantes, y luego Tarquino convirtió a los supervivientes en no muertos romanos y… si, aquí estamos… Parece que los monstruos pasaron del Tartaro de mi mundo al de este. Cabeza de Buey parecía haber recibido un super impulso de fuerza y cerebro. Le pateo totalmente el trasero al idiota del spandex azul, así que me hice cargo.

—Creo que tenemos mucho de que hablar… —dijo Diana antes de lanzar una mirada hacia mí y hacia Supes— ¿dijiste… prima?

—Así es… —respondí— soy Perseus Thalasos Jackson, hijo de Poseidón.


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