—Déjame ayudarte con algo —ofreció Julia suavemente.
Natalie se giró, sorprendida. Sabía que una mujer del estatus de Julia probablemente nunca había pisado una cocina, y no quería molestarla.
—Señorita Mayor, puedo manejarlo. No te preocupes.
—¿Señorita Mayor? —Julia frunció el ceño, fingiendo decepción—. Esperaba escuchar 'Abuela'. Y sí, soy vieja, pero aún puedo trabajar.
Natalie sonrió incómodamente. —Ah, Abuela, puedo hacerlo sola, pero si realmente quieres ayudar, puedes pelar estas zanahorias. —Le entregó a Julia la tarea más fácil que pudo pensar.
Julia aceptó la tarea y observó en silencio cómo Natalie se movía con soltura por la cocina. —Ver lo hábil que eres en la cocina, me recuerda a mi nieto. Él también es un excelente cocinero.
«Por supuesto que lo sé», pensó Natalie con ironía. «Estaba presumiendo sus habilidades delante de mi abuelo esta mañana. Tan molesto como es, tu nieto sí que tiene talento. Si solo fuera un poco menos dominante».