Serena se recostó en su asiento, soltando un gemido frustrado mientras su cabeza golpeaba contra el respaldo. —¿Por qué? ¿Por qué le di el dinero? —murmuró, su voz cargada de arrepentimiento—. Si no lo hubiera hecho, ya lo habrían atrapado. ¡Prácticamente le entregué la oportunidad de escapar!
Aiden se inclinó y tomó su mano, su agarre firme pero tranquilizador, incluso mientras presionaba más fuerte el pedal del gas. El coche aceleró hacia el aeropuerto, la urgencia clara en cada movimiento. —Serena —dijo suavemente, su voz calmada pero determinada—. Nadie lo sospechó todos estos años. Ha engañado a todos, no solo a ti. No había forma de que pudieras prever esto. Deja de culparte. Llegaremos pronto al aeropuerto y lo atraparemos. Te lo prometo.