—No —dijo Tan Zhenghong fríamente—, soltando dos palabras.
Tan Zhenghong dijo a regañadientes:
—Cuarto Jefe, somos hermanos. Es muy impersonal de tu parte decir simplemente no.
La respuesta de Tan Zhenghong seguía siendo esas dos palabras: no.
—¿Cómo podría no saber si tienes plata? Vendes carne marinada y cestas de bambú. ¿Cómo podrías no tener plata?
—No —Tan Zhenghong se estaba impacientando un poco.
Ganaba plata para darle a su esposa una buena vida, no para mantener a estas personas perezosas sin un ápice de industriosidad en ellos.
Y además, la mayor parte del dinero en la familia lo ganaba su esposa; ¿cómo podría tomar decisiones sobre él sin consultarla?
—Mira, tu cuñada está a punto de dar a luz. Préstame algo para salir del paso. De lo contrario, tu sobrino no tendrá ropa decente cuando nazca. ¿De verdad puedes ser tan despiadado?
Tan Zhenghong frunció el ceño con disgusto: