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—Tenemos un lugar al que ir para comprobar si son tu familia. No necesitas esforzarte más en recordar, Rosa. Recordarás lo malo junto con lo bueno y es la segunda vez esta noche que has temido algo. No busques esos recuerdos. Espera hasta que visitemos a Lady Ambrose —aconsejó Zayne a Rosa.
Rosa asintió con la cabeza, con la mano aún cubriendo su rostro. Estaba pegada al pecho desnudo de Zayne porque él la había abrazado para consolarla. Rosa ya no temía al recuerdo sino que estaba nerviosa por estar tan cerca.
El cuerpo de Zayne se sentía como una roca pero increíblemente cálido. Rosa se reprendió a sí misma por pensar en su cuerpo. Él solo estaba así porque ella llegó sin avisar.
—Puedes soltarme. Lo siento por interrumpirte cuando ibas a la cama. No lo volveré a hacer —prometió Rosa.