—Cada vez que te veo estos días, te veo malhumorado. Más malhumorado de lo habitual. Ella está segura con Mary —dijo Finn, tratando de animar a Zayne—. No conozco a nadie lo suficientemente tonto como para molestar a Mary, así que nadie se acercará a Rosa. ¿Por qué no lo terminas de una vez y le dices que te gusta?
—¿Quieres que le diga a la mujer que estaba rodeada de hombres intentando acostarse con ella que ya le gusta? —preguntó Liam, deseando coser los labios de Finn—. Debe esperar.
—Él la salvó, ¿no significa eso que...?
—Ella se salvó a sí misma —corrigió Zayne—. Y ya le dije que me preocupo por ella.
Finn no podía creer lo que escuchaba. —¿Lo hiciste? Entonces, ¿por qué no estaba incómoda contigo esta mañana? Se despidió como una esposa que envía a su marido.
—Malinterpretó lo que le dije —respondió Zayne.
—Bueno, claro que lo hizo. ¿Por qué no le dijiste simplemente que te gusta? —se preguntó Finn, ya que eso habría aclarado todo.