Amelie se sentó en la pequeña sala de espera de la oficina del Dr. Bavel, el tictac del reloj en la pared hacía eco de su propio latido acelerado.
Las luces fluorescentes sobre ella zumbaban suavemente, proyectando un brillo blanco y estéril sobre las filas de revistas ordenadamente dispuestas sobre la mesa frente a ella. Pero ella no se interesaba en ninguna de ellas.
Sus pensamientos estaban enredados, girando con las palabras del doctor de su diagnóstico anterior.
Todavía no podía creerlo. Dos clínicas. Dos resultados completamente diferentes.
La primera, hace meses, le había dicho que era infértil; pero luego, la segunda clínica le dijo que estaba perfectamente sana, y la confusión se instaló. ¿Cómo podría haber tal discrepancia?
Sabía que tenía que llegar al fondo de esto, pero una parte de ella temía enfrentar la verdad. ¿Y si esto fuera un error, y se estuviera dando falsas esperanzas? ¿Y si realmente era infértil y la segunda clínica había estado equivocada?