La habitación finalmente quedó en silencio después de la declaración de Liam. Las miradas se desviaban de Liam a Vanessa, y viceversa, intentando evaluar la verdad de la situación.
El rostro de Vanessa se tornaba cada vez más pálido, el color se escurría como si alguien hubiera desenchufado algo, dejándola hueca y fantasmal.
Su compostura, anteriormente fuerte y estable, ahora temblaba al borde del colapso. La habitación se sentía densa con la tensión, el aire zumbaba con la anticipación de una multitud hambrienta de más.
El mismo periodista, aprovechando la oportunidad, intervino con otra pregunta. —Sr. Bennett, ¿cómo está tan seguro de que fue Vanessa Bennett quien difundió el falso rumor? ¿Tiene alguna prueba que respalde su declaración?
Liam asintió con calma segura. —Más que solo pruebas —respondió—, tengo testigos que pueden confirmar que el chisme es falso y también identificar la fuente del mismo en primer lugar.