—La cena fue cancelada en ese mismo instante —ambos sabían que el hambre física, si aún existía, ya no era un problema. El gruñido famélico resonaba ahora en sus corazones y la elección era ridículamente obvia.
No podían quitarse las manos de encima durante todo el trayecto de regreso al hotel. Amelie ya había probado los labios de Liam, pero si antes los besos que compartían eran reservados y algo tímidos, esta noche, ya no había más restricciones. Los dos se permitieron mostrar cuánta avidez habían contenido todo este tiempo.
No tenían idea de cómo llegaron a su suite; pero al encontrarse dentro de la habitación oscura, con solo la sutileza de la luz de la luna filtrándose por las cortinas medio cerradas, Amelie de repente se hizo muy consciente de sí misma, y eso solo la hizo retroceder un paso, presionando su espalda contra la pared.