El resto del viaje en coche al hotel pasó en completo silencio. Aunque ni Liam ni Amelie querían que ese incidente sin camisa afectara su relación de nuevo, simplemente olvidarlo y seguir adelante parecía una idea infantil pero razonable.
Al final, decidieron actuar como si nada hubiera pasado, y eso funcionó.
Cuando llegaron al hotel, notaron que Ricardo estaba en el vestíbulo saludando a los invitados junto con su futura esposa. Liam miró a Amelie con una expresión algo preocupada en su hermoso rostro pero Amelie permaneció estoica.
—Si no quieres verlo ahora, podemos simplemente entrar por la entrada del restaurante —su esposo hizo una sugerencia considerada a la que Amelie respondió con un suspiro corto y una sonrisa reservada—. Está bien. Solo pareceremos maleducados si no lo saludamos personalmente. Después de todo, aceptamos su invitación, no deberíamos descuidar las formalidades.