Convertir a Chunlan en nuestra arma será una gran ventaja para nosotros en el futuro —pensó Qin Jiang.
Qin Jiang volvió a casa como si nada hubiera pasado.
Qin Sisi ya podía moverse libre y fácilmente, su cuerpo ya no se sentía tan rígido como antes, y así, una sonrisa apareció en su rostro. Ahora, cuando Qin Jiang llegaba a casa, ella le saludaba proactivamente.
Al ver que el humor de su hermana se iluminaba gradualmente, una sonrisa también se formaba poco a poco en el rostro de Qin Jiang.
—Hermano, en unos días, quiero volver al colegio. He estado ausente durante tres meses. Si no vuelvo pronto, me quedaré atrás en mis estudios —dijo Qin Sisi.
—De acuerdo —respondió Qin Jiang—. Te prepararé unas cuantas dosis más de medicina, y pronto, estarás completamente recuperada.
—¡Sí! —Qin Sisi asintió una y otra vez, sus ojos llenos de anhelo y anticipación.
Wen Wenling salió del interior y dijo: