—Me disculpo por las molestias y por hacer un espectáculo de mí mismo frente a todos —declaró Gerald en el vestíbulo, dirigiéndose a los demás huéspedes—. ¡Como compensación, la cena de esta noche es por cuenta de la casa para todos ustedes!
Todo el mundo siguió con lo suyo, satisfechos con el regalo de disculpa de Gerald e intrigados por la noticia de la vacante para la membresía de oro. La anticipación llenó el ambiente mientras todos consideraban sus posibilidades y contactaban a amigos que estaban ansiosos por asegurarse un lugar.
Su mirada se detuvo en Hera unos segundos más que en los demás mientras escaneaba la habitación. Luego, habló:
—Señorita, lamento haberla involucrado en este asunto. Permítame escoltarla para salir. Sus palabras no encontraron objeciones y los demás no se detuvieron en la interacción, dejando a Gerald atender sus propios asuntos.