—Sí, esos lugares te quedan mejor —hicieron eco de las palabras de Claire.
El alboroto en la entrada del Pabellón Dragón Dorado había atraído la atención de los invitados que entraban y salían del local. Algunos parecían molestos, mientras que otros parecían disfrutar del espectáculo como si vieran a un animal de circo hacer un salto hacia atrás.
—No es asunto tuyo dónde elegimos comer, así que lárgate —replicó Athena, perdiendo la paciencia. Miró cautelosamente a Hera, esperando que su amiga estuviera de mal humor después de su reciente ruptura amorosa. Sin embargo, para su sorpresa, Hera parecía no afectada por la situación, disfrutando del espectáculo que se desarrollaba ante ella, como si estuviera en una función teatral y solo le faltara una bolsa de palomitas.
Los labios de Athena se torcieron ampliamente y apenas podía contener su sonrisa.