—¿Era esto a lo que se refería Lin Yu con no forzarla? —mientras ella dormía, él todavía la usaba como un antídoto.
Su Wan de repente empezó a frotar esas heridas como loca, queriendo lavarlas hasta dejarlas limpias. Pero no importaba cuánto las lavara, se sentía muy sucia.
Fue solo cuando su piel empezó a ponerse roja y se cansó de fregar que Su Wan dejó de hacer lo que estaba haciendo y se cubrió el rostro para llorar.
—¿Por qué? ¿Por qué tendría que encontrarse con algo así? —no podía siquiera entender por qué era Lin Yu.
No obstante, Su Wan no se atrevía a llorar muy alto. Solo podía intentar bajar la voz lo mejor que podía. Para cubrir sus llantos, incluso encendió la ducha del baño.
El sonido del agua y el llanto no harían sospechar a Jing Chen.