Sintiendo el calor de su palma, el corazón de Su Wan se calentó.
—Te creo.
—Te creo.
Su Wan le dijo esto a Jing Chen.
Desde que Bai Lian obligó a Jing Chen a divorciarse de ella, Su Wan tenía demasiado miedo de perderlo. Aunque Jing Chen le expresaba sus sentimientos muchas veces, ella siempre era evasiva.
Pero después de este incidente, Su Wan lo pensó bien.
Jing Chen ya estaba de su lado, así que ella no estaría sola nunca más. Lo más importante entre los dos era la confianza. Mientras ella confiara en Jing Chen, él no la defraudaría.
—En el pasado, siempre te culpé por unas pocas palabras de Bai Lian. Ahora que lo pienso, Bai Lian siempre ha estado sembrando discordia, y yo tontamente le creí. Pero de ahora en adelante, no dejaré que me lleve de las narices. Tomaré la iniciativa en mis propias manos.
Su Wan apretó la palma de Jing Chen y se volvió para mirarlo.