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Punto de vista de Casio
Corrí hacia mi cámara con pasos apresurados.
—Ian, ve a llamar al médico. Y llévatelo contigo a Marianne —grité, podía ver mi ansiedad y él salió corriendo, sin hacer más preguntas.
Cerré los ojos y me dejé caer sobre mi cama. ¿Estaban todos bien? ¿Me había convertido en una bestia? ¿Qué había hecho? Cerré los ojos y toqué mis labios, no, ella estaba equivocada, no la besé por lujuria o por odio, fue, fue puro.
Si hubiera tenido lujuria, la habría tomado en el pasado cuando ella intentó seducirme varias veces, siempre había intentado mantener su inocencia no importa cuán despiadado tuviera que comportarme para que un día, cuando nos divorciáramos, ella pudiera empezar una vida mejor. Hice lo mejor que pude para no atarla con las cadenas de los hijos y mantener su inocencia. Y no la odiaba, sabía que había sido indiferente con ella, pero estos días algo estaba cambiando.