—Bien, ¿y qué respondió él? —pregunté y ella rodó los ojos.
—¿Acaso era esa una pregunta? Por supuesto, él diría que sí.
Me sentí tranquila, sabiendo que él estaría esperándome allí. Pero ella continuó,
—Fuiste tú quien cortó toda relación con él, él siempre estaba esperando tu llamada —continuó su sermón pero yo ya no escuchaba.
Esto era la culpa que me había dolido más que casarme con Casio. Le hice tanto mal a Damien, sin embargo, él siempre estaba dispuesto a ayudarme y, como la persona codiciosa que era, aceptaba su ayuda cada vez que surgía la necesidad. Pero me prometí a mí misma, si alguna vez él necesitara ayuda, yo sería la primera en ofrecerle mi mano.
—¿Estás bien ahí? —me preguntó y yo fruncí el ceño.
—Te has puesto pálida de repente —así que sólo ahora lo notó, sacudí la cabeza.
—Estoy bien, cuéntame, ¿cómo va la búsqueda de tu futuro esposo? —pregunté y ella giró su rostro hacia la ventana en completo silencio.