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—¿Qué?
—Solo te ayudo a romper el silencio incómodo, ¿de acuerdo? —Savannah se quedó sin palabras.
Ya que Dylan tenía un coeficiente emocional tan bajo y hizo que el ambiente se tensara, ella no lo soportaba más.
—¿Necesitas hacerle ojitos al cónsul? —dijo el hombre celoso. Dylan se sentía aún más incómodo cuando pensaba en eso.
—¿Ojitos? ¿Yo hice eso? —Ella no le había hecho ojos a ningún hombre, ¡pero ahora quería rodar los ojos a Dylan!
—Después de todo, no hables con otros hombres. —Dylan entrecerró los ojos, empujándola y dejando un beso de advertencia en su frente blanca. Luego pisó el acelerador para arrancar el coche.
***
Después de cuatro días en México, Savannah y Dylan regresaron a LA en un vuelo privado.
Cuando el avión aterrizó en la pista privada, Savannah respiró hondo.
México fue divertido, pero el hogar seguía siendo lo mejor.
Al estar en la tierra del país, ¡Savannah se sentía mucho más tranquila ahora!