—¿Señor Sterling? —dijo Dan, sorprendido.
El nombre sobresaltó a Savannah. Después de todo, el guardaespaldas lo llamó.
Conteniendo la respiración, se giró y vio a Dylan, que llevaba un elegante traje negro. Entró en el estudio, y su cara estaba en una profunda sombra.
Todo el personal se quedó congelado en el lugar. La tensión en la habitación era palpable.
Dylan miró alrededor por un momento y, finalmente, su mirada cayó sobre Savannah. Un atisbo de sorpresa cruzó su rostro.
Nunca había visto a la pequeña mujer con tal disfraz. Parecía una hada salida de un cuadro.
Luego, volvió a su apatía habitual.
Esa mirada, no hace falta decir, era la que vio en aquel juego ayer.
Kevin no solo había creado un juego para ella, sino que también la había invitado a ser la imagen de su juego.
¡Y esta pequeña mujer era tan osada que se atrevió a aceptar ese trabajo!