—... pero bueno, sigues siendo la mejor. Por eso eres mi favorita.
—Espera. —Aries se estremeció y se agarró el pecho—. No me siento bien.
—Mi querida, deberíamos disfrutarlo tanto como podamos mientras tu estómago todavía no esté grande. —Joaquín frunció el ceño.
—Eso es lo que siempre dices —ella argumentó en voz baja—. No esta noche.
Joaquín la observó en silencio, notando la desesperación en sus ojos como si quisiera ser escuchada. Sin embargo, algo dentro de él no se sentía bien. Cuanto más la miraba, más claro le quedaba que todo lo que ella había estado haciendo hasta ahora, ahora era para él. Era por ese niño.
Todas las sonrisas que le lanzaba, el tiempo, la mirada en sus ojos cada vez que lo miraba, no eran para él. En el fondo de su corazón, ya lo sabía. Pero aún así se dejaba engañar pensando que había algo entre ellos, aparte de esa vida dentro de ella.