Nicklaus parpadeó de nuevo, sus ojos cayeron sobre su pálido escote, que estaba visiblemente expuesto mientras ella yacía sobre él. Tragó con dificultad al sentir el calor de sus pechos penetrando su ropa y quemando su pecho. Su manzana de Adán se movía y él tragó.
¿Cómo habían llegado a esa posición? ¿Y por qué lo miraba con esa cara de pocos amigos, había hecho algo mal?
—Buenas tardes, ¡tanto por no poder dormir! —dijo Tiana mirándolo con furia.
Los labios de Nicklaus se abrieron, su mirada se desvió hacia el exterior inmediatamente.
—¡Vaya! ¿He dormido tanto tiempo? —preguntó al darse cuenta de que el sol estaba casi en medio del cielo.
—Creo que la pregunta debería ser, ¿me abrazaste durante tanto tiempo? —Tiana frunció el ceño hacia él.
Fue entonces cuando Nicklaus se dio cuenta de que la había estado abrazando todo el tiempo. Ahora entendía por qué ella estaba acostada encima de él.