—Tío Ji, ¿por qué estás distraído? —preguntó Xiao Bao mientras observaban al trabajador limpiar los escombros y el desorden alrededor del estanque y la pequeña cascada en la esquina del jardín.
Feng Tianyi le sonrió y sacudió la cabeza. Estos dos pequeños bollos no deberían involucrarse en el asunto de él y de su madre.
—Nada, Xiao Bao. ¿Dónde está tu hermana? —preguntó al darse cuenta de que Pequeña Estrella no estaba con el niño.
—Pequeña Estrella salió hoy con Tía Yaoyao. Yo no me fui con ellas.
—¿Por qué no fuiste? ¿No te aburres de estar aquí conmigo todos los días? —preguntó Feng Tianyi a cambio.
Xiao Bao negó con la cabeza antes de sentarse en el suelo junto a Hunter, acariciando la cabeza del perro con cariño.
—Prefiero quedarme contigo, Tío Ji. ¿No le prometimos que Pequeña Estrella y yo te cuidaríamos? Entonces, si estás triste, solo háblame, ¿de acuerdo? Sentimos que el Tío Ji está realmente triste estos días y no ha sido él mismo —le dijo el niño.