—¿Crees que puedes quitarte esta ropa con tu magia o tengo que arrancártela? —dijo, con el ceño fruncido profundamente.
—Hay un punto intermedio —dijo ella con una sonrisa.
—¿Ah, sí? —Eltanin agarró su vestido por el medio y lo desgarró. Pronto cada prenda que ella llevaba estaba en el suelo—. ¡No hay punto intermedio! —gruñó y enterró su cabeza entre sus pechos. Mientras ella se reía, dejó un rastro de besos desde el centro de su pecho hasta su pezón. Abrió la boca y luego chupó sus pechos hambrientamente.