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—¿Podría ser que Nan Yan, esa mujer despreciable, lo había engañado? —Al cruzar esta posibilidad por la mente de Xi Shijin, su expresión se volvió tan fea como si acabara de comerse una mosca. En retrospectiva, se dio cuenta de que había sido demasiado precipitado. Justo después de que Nan Yan hubiera desarrollado con éxito la fórmula T-2, apresuradamente la hizo desaparecer. ¡Si hubiera sabido que incluso con la fórmula, no podría replicar una segunda dosis, habría mantenido a Nan Yan más tiempo para producir más muestras! Sin embargo, los arrepentimientos llegaban demasiado tarde. Nan Yan estaba muerta, y ahora las exigencias del Presidente se habían vuelto más apremiantes. Su estrés se había multiplicado, y si no podía entregar una cantidad suficiente de reactivo T-2 antes del plazo, no sabía cómo enfrentaría el interrogatorio del Presidente. ¡Al final, todo era culpa de Nan Yan! ¡Tenía la audacia de causarle problemas incluso en la muerte!