—Como si las cosas en esta casa ya fueran suyas y solo faltara llevar estas cosas a casa.
—Estos son mis regalos de bodas. No voy a prestar nada a nadie, y mucho menos permitir que se lleven ni una aguja o un hilo. ¡Pueden estar seguros de eso!
Qiao Mei lo dejó muy claro de manera directa. Temía que no la entendieran, así que se aseguró de enfatizar el tono de su voz.
Cualquiera que la escuchara sabría que no se podía jugar con ella.
Las dos tías se miraron entre sí. Tía Grande Qiao se adelantó primero y asomó la cabeza para mirar dentro. Exclamó:
—Solo voy a mirar y no tocaré nada. Solo voy a echar un vistazo, no serás tan mezquina de no dejarme mirar, ¿verdad?.
Al lado, la Tercera Tía Qiao esperaba una oportunidad para actuar, observando la interacción entre ambas con ojos furtivos.
Con solo mirar, Qiao Mei inmediatamente supo lo que tramaban las dos.
Luego agarró una escoba que estaba fuera de la puerta y la agitó vigorosamente, gritándoles a las dos tías: