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27.39% La Leyenda del Scire / Chapter 20: Capítulo 17: Un beso, una tarde, y un adiós – Secretos del alma IV  

章 20: Capítulo 17: Un beso, una tarde, y un adiós – Secretos del alma IV  

Remia, Crystel, Bahía de la Libertad - 21 de Junio - Año 525

 

—Ey Lara, ¿Qué haces por aquí? —preguntó Kora viendo a Lara llegar al estacionamiento. Ella se encontraba sentada sobre un muro de piedras que rodeaba el recinto.

—Oh, hola Kora, supongo que lo mismo que tú, vine a acompañar a Vlas para que hable con Zenda —respondió Lara guardando su teléfono en el bolsillo de su jean mientras se acercaba a ella.

—Ah, ya veo, ¿Qué crees que hablaran? Estoy preocupada por Zenda, ella se veía nerviosa al venir... Vlas no le ha estado hablando y la llamó de la nada para pedirle que se reúnan, ella ya se hizo algunas ideas —comentó Kora, dejando demasiado en claro su preocupación.

Lara se percató que ella realmente quería a su hermana. Esa preocupación tan genuina era la mayor prueba de tal amor.

—No lo sé del todo, Vlas no quiso decirme, pero supongo que es algo en lo que ellos dos están involucrados, no lo sabremos hasta que terminen —respondió Lara intentando evitar la verdadera razón.

—Sí, tienes razón, espero que sea una declaración —declaró Kora emocionada.

—¿Una declaración? —preguntó Lara, ciertamente confundida.

—Sí, supongo que te has dado cuenta, porque es obvio para todo el mundo, menos para ellos, pero Vlas y Zenda se aman, no entiendo porque dan tantas vueltas, si lo único que quieren es estar juntos —aseguró Kora.

Lara sabía a lo que se refería Kora, ya que ella pensaba lo mismo, aun así viendo el panorama actual, una declaración por parte de cualquiera de los dos solo lastimaría al otro al saber que no iban a poder estar juntos. Ella sabía lo que Vlas tenía para decir, pero si Zenda se le adelantaba quizás este no podría hacerlo y la situación se complicaría... Parece que esa fue la principal preocupación de Rhys cuando se refería a una «reacción inesperada».

—Sí, yo también pienso lo mismo, son el uno para el otro, aun así el orgullo parece ser parte de los dos y será difícil que acepten sus sentimientos —sostuvo Lara.

—En eso tienes razón —dijo Kora, riendo—. Oye Lara, ¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó, llamando el interés de Lara.

—Sí, claro, ¿Qué sucede? —preguntó ella, con curiosidad.

—¿Cuándo conociste a Rhys? —preguntó Kora desatando la risa de Lara—. Lo siento, no pensé que reaccionarias así —agregó, mientras Lara intentaba calmar sus carcajadas.

—No, lo siento, pensé que sería otra cosa y me había preocupado —respondió Lara un poco más calmada—. Respecto a tu pregunta; mira, yo conocí a Rhys en primero de preparatoria, él tenía quince años y yo diecisiete... Quizás creas que es una diferencia de edad algo complicada, de hecho lo fue por al menos tres años... Eso hizo que no formalizáramos nuestra relación hasta que él cumpliera los diecinueve y yo los veintiuno.

—Ya veo... Entonces se conocen hace demasiado tiempo... Eso se nota, más que nada porque pasan la mayor parte del tiempo juntos, ya que están casados, y el otro día pude apreciar que tienen una química y confianza entre ustedes muy grande... Creo que incluso es mucho mayor a lo que podemos llamar amor —respondió Kora, tomando un sorbo de agua de la botella que había llevado con ella.

—La verdad que sí, Rhys es una de las personas más importantes de mi vida, junto con Leah... Él estuvo conmigo en los momentos más duros de esta, y creo que eso significa más que cualquier tipo de relación romántica que pueda tener con él, aun sabiendo que es mi esposo y todo lo que eso conlleva —admitió Lara, con una nostálgica sonrisa dibujándose en su rostro.

—Wow... Di en el clavo, realmente me esperaba que su relación fuera tan fuerte, pero saber que siempre te apoyó es algo lindo... Incluso sabiendo que se enamoraron siendo muy jóvenes.

—De hecho sí, todo esto nació en nuestra adolescencia, cuando todos tenemos algún sentimiento que no sabemos cómo apareció y es la primera vez que lo sentimos, pero se siente bien y no quieres que se vaya, ¿Tú has tenido alguno? —preguntó Lara.

—Supongo... —respondió Kora, giró un poco su rostro, como desinteresada—. Nunca tuve un interés de ese tipo, pasé la mayoría de mi vida practicando ajedrez, y no me relacioné con más personas además de Zenda y Vlas, quizás algunas personas del colegio, aunque son más compañeros de clase que otra cosa... Soy algo reservada, no soy de sociabilizar mucho —agregó.

—Entiendo tu punto, eso quiere decir que ahora que estás hablando conmigo es un avance, ¿No? —preguntó Lara, soltando algunas risas.

—Algo así, cuando perdí mi primera partida de ajedrez entendí que no siempre las cosas me iban a salir bien, y que alguna vez necesitaría de los demás, ahí fue cuando comencé a acércame más a las personas y relacionarme con ellas, haciendo esto he estado aprendiendo a encontrarme a mí misma, encontrar nuevos pasatiempos y abrirme un mundo entero que no conocía... Y se siente bien, he podido estar bien conmigo misma —respondió Kora, recordando su partida con Rhys, y la gran cantidad de consecuencias que eso atrajo. Tampoco pudo evitar pensar en Vlas... Aun con lo que su hermana le había dicho de él días atrás.

—Rhys me contó sobre esa partida que te ganó, al principio me moleste con él por haberte hecho eso, pero mis molestias desaparecieron luego de que contó lo que hizo Vlas, eso fue admirable, supongo que ahí fue el momento en el que decidiste tomar otro rumbo, ¿Cierto?

—Si, Vlas me dijo palabras tan hermosas que me hicieron darme cuenta que no necesito de ser la mejor en algo para disfrutarlo, y menos aferrarme a una sola cosa en mi vida, tener una única razón por la que seguir termina siendo perjudicante para uno mismo, ya que cuando la pierdes se dificulta el volver a levantarse y seguir adelante, y más cuando sabes que no tienes nada además de eso, un vacío enorme es lo único que consigues al actuar de esa forma, y siendo sincera, no quiero eso para mí —respondió Kora.

Lara se llevó una gran sorpresa al oír todo lo que ella dijo. Si era sincera consigo misma, no vislumbraba un racionamiento así en ella... Pero al parecer era más sensata de lo que pensaba.

—Me alegro por ti Kora, me pareces una chica muy decidida y talentosa, si eso decidiste para tu vida, solo me queda desearte lo mejor —dijo Lara, regalándole una sonrisa.

—Gracias Lara, no perderé ese camino que decidí para mí.

Ella sonrió también. Alzó su mirada al horizonte, él sol comenzaba a ponerse, la tarde caía bajo sus miradas... Esa tarde de un día que no olvidarían jamás.

 

Mientras tanto...

 

—Vlas, ¿Estás bien? Desde que nos quedamos solos estás actuando distante —preguntó Zenda.

Ella realmente estaba preocupada. Primero esas semanas que estuvo sin hablarle, no contestándole ningún mensaje o devolviéndole alguna llamada. Quiso dejarlo pasar, Kora la convenció de que él en realidad estaba con su hermano, y probablemente no estaba concentrado en su celular. Pero esa tarde, cuando recibió su llamada bajo el pedido de que se vieran, comenzó a sentir un poco de miedo, su voz no era la misma de siempre, sin contar que él no le dio ningún tipo de explicación, sólo le dijo que se vieran, y cuando ella aceptó, confirmó la ubicación y cortó. Y desde que Lara se había ido y ellos se quedaron solos, Vlas no había dicho ni una palabra, y ella no podía evitar que esa actitud de su parte se le tornara extraña, él no dejaba de hablar nunca, y más cuando estaba con ella.

—Sí, no pasa nada, vamos a caminar por la orilla, tengo algo que contarte —respondió Vlas, tomándola de la mano.

—Okey, vamos. —Ella lo siguió, apretando su mano con fuerza, no comprendía muy bien el motivo, pero él dejaba en vilo cierta necesidad de hacerlo. Apenas ella la tomó, él se aferró a su mano, como nunca antes.

Mientras caminaban por la orilla del mar, la cabeza de Vlas daba mil vueltas, no sabía cómo comenzar la conversación ni como incorporar el tema, estaba nervioso, pero con la presencia de Zenda se sentía tranquilo a la misma vez. Luego de darse cuenta de eso, comenzó a querer que ese momento no acabara jamás. Diez días y tenía que poner en una balanza sus vidas, él sabía más que nadie lo que Zenda había hecho por él, todo lo que superó gracias a ella, lo hizo lo que era, y no podía quitarle la vida, sería muy egoísta de su parte... Pero... ¿Ella pensaría lo mismo que él?

Con esa idea frenó, y se sentó en la arena, mirando hacia el horizonte que se alejaba de ellos, esperando que Zenda hiciera lo mismo.

—Vlas, ¿Te sucede algo? —preguntó Zenda, otra vez, sentándose a su lado.

—¿Recuerdas el libro del que estábamos hablando en el mirador antes de la caída de asteroides en Ajax? —preguntó Vlas, ignorando la pregunta de Zenda.

—Emm... Si lo recuerdo, «Una historia que se repite», o algo así, no soy muy buena con mi acento de shi —respondió Zenda, citando el nombre del libro.

—Exacto, supongo que recuerdas de que se trataba, ¿No? —preguntó Vlas.

—Sí, también... Lo de la «bendición genética», ¿No es así? —respondió Zenda, tratando de recordar.

—Yo dije que me parecía algo no tan imposible, y tú me dijiste que sonaba muy estúpido y fantástico —aseguró Vlas, dirigiendo su mirada a ella.

—Sí Vlas, era ficción, aunque sonaba algo un poco creíble no dejaba de contener fantasía... Sigo pensando lo mismo... Pero eso no importa, ¿A qué viene todo esto? —preguntó Zenda. Él no así nada más que confundirla.

Quería que dejara de hablar en condigo, él ni siquiera le había explicado por qué estaban ahí y de la nada salía con el tema de un libro al cual no le dieron mucha importancia en el correr de casi un mes... ¿Qué le sucedía?

—Estás errónea Zenda, en realidad si es posible... Aunque no estoy seguro que sea totalmente cierto lo que dice la historia, la primicia de la «bendición genética» es cierta... Hasta cierto punto, es complicado —explicó Vlas, tratando de no sonar como un loco fantasioso.

Zenda continuaba mirándolo extrañamente, la conversación ya se estaba volviendo bastante absurda.

—Vlas, no entiendo nada de lo que te estás refiriendo, ¿Cómo puede ser real que alguien tenga poderes sobrenaturales? Por Sun, deja de decir esas cosas... Creí que me habías llamado para algo importante. —Ella sintió que Vlas estaba jugando con ella, no podía tomarse en serio lo que él estaba diciendo, la imagen razonable y lógica de Vlas había desaparecido y había pasado a creer en mitos antiguos. Era demasiado irónico.

—Rhys en el muelle —sólo dijo eso. Y Zenda lo miró de inmediato—. Acaso me vas a decir que eso que vimos fue mentira —agregó, en un tono inexplicablemente serio.

—¿Qué sucede con eso? —preguntó Zenda, confundida.

—¿Cómo? ¿No recuerdas lo que sucedió?

Eso había sido bastante sorpresivo, Vlas había notado la insólita honestidad en la pregunta de Zenda. ¿En serio no recordaba lo sucedido?

—Sí, fuimos a un restaurante con tu hermano, su esposa y su hija, comimos y nos volvimos, nada de otro mundo —respondió Zenda con una marcada indiferencia—. Supongo que al decir «Rhys en el muelle» te refieres a cuando desapareció y volvió una hora después... Pero, ¿No había ido al baño? —preguntó, convencida de que esa era su verdad.

 A Vlas ya no le quedaban más dudas. Sabía lo que estaba pasando... Quiso maldecir.

—Zenda, ¿Me puedes esperar un momento? Voy a hacer una llamada rápida, quédate aquí, ahora vuelvo —dijo, poniéndose de pie.

—Sí, ignoraré el hecho de que estés tan extraño, aquí te espero —respondió Zenda.

Él asintió, en silencio, antes de salir corriendo. Se alejó lo suficiente como para que Zenda no oyera su conversación, y saco su teléfono el bolsillo de su pantalón. Necesitaba una explicación coherente y había una sola persona que podía tenerla... Así que llamó.

—Hola —atendió Rhys, del otro lado de la línea.

—Rhys, soy Vlas —respondió su hermano.

—Oh, Vlas, ¿Sucedió algo con Lara o contigo? Ya voy para ahí.

Se oyó un movimiento y la línea casi se cortó.

—No, no, no, cálmate, estoy bien —aseguró Vlas—. No ha pasado nada... Todavía.

—Ya veo, mejor así, entonces, ¿A qué se debe ésta llamada? —preguntó Rhys, confundido.

—Estoy con Zenda, y le pregunté si recordaba lo que sucedió en el muelle... —Vlas comenzó a explicar.

—Y no recuerda nada, ¿Cierto? —Rhys terminó por él.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Vlas, sorprendido. Sabía que su hermano tenía que ver con eso, pero le sorprendió que fuera tan rápido. ¿Le había leído la mente?

—Mira Vlas, te lo explicare más tarde, cuando vuelvas, no creo que pueda expresarme con total claridad en una llamada telefónica... Solo te diré que por más que intentes que recuerde lo sucedido no lo hará, esa memoria ya no existe en su cabeza —explicó Rhys.

Vlas suspiró al oír eso... El imbécil de su hermano le había borrado la memoria.

—¿Acaso le borraste la memoria? —preguntó, con la respuesta ya confirmada.

Si Rhys era posible de algo así ni siquiera necesitaba preocuparse por demasiadas cosas en su vida. Podía resolver todo controlando mentes.

—Algo así, pero ahora no puedo explicártelo, te lo explicaré cuando vuelvas, ¿Si?

—Sí, claro, entiendo, pero recuerda que me debes una explicación —remarcó Vlas.

—Sí, no lo olvidaré, tú solo habla con ella, que no recuerde ese momento no interferirá en absoluto.

—Lo haré, adiós —terminó, y cortó.

«¿Borró su memoria? Por Sun, este tipo es increíble», Vlas se quedó pensando en lo que su hermano había hecho, mientras volvía hacia donde estaba Zenda.

La vio a lo lejos sentada en la arena, jugando con esta, con su rostro tan bello como inocente... Quería salir corriendo de ese lugar... Desaparecer, para siempre, y que ella jamás volviera a oír de él... Y aunque que quedara como el villano de su historia, al menos no la lastimaría tanto como si lo haría al contárselo... Pero... Pero... ¿Por qué? La vida era injusta, y él no podía hacer nada frente a tal destino... Que chocaba, y destruía su revalidad, y sueños... Destruía todo... Todo lo que quiso vivir con ella.

—Volví —avisó, sentándose a su lado de nuevo.

—Oye, con respecto a lo que estábamos hablando hace un rato, ¿Puedes decirme de una vez por todas que sucede? —demandó Zenda, ella intentaba no sonar muy autoritaria, pero la confusión que la actitud de Vlas le estaba creando no le gustaba del todo, y quería respuestas rápidamente—. Tu actitud está muy rara hoy y sólo haces que me confunda más con tus preguntas extrañas.

—Sí, lo haré sencillo —respondió Vlas decidido a decirle, o casi—. ¿Estás bien ahora, no te sientes incomoda o algo por el estilo? —agregó preocupado.

Era importante saber que cuando Zenda supiera todo, ella estuviera en un estado neutral, él no sabía cómo reaccionaría y prefería prevenir su respuesta para saber cómo actuar antes de que todo se le fuera de las manos, y así como él mismo... No supiera qué hacer.

—No, como dije anteriormente, solo estoy confundida por tu actitud solamente. —Ella clavó su mirada en él. Esos ojos azules parecían de cristal, con un brillo radiante.

—Está justificada... A mi actitud me refiero, es que tengo algo muy importante que decirte, pero a la vez, también es muy difícil, y tengo miedo de la reacción que tengas al saberlo... Porque puede ser, o mala o muy mala, no hay punto medio —dijo Vlas, devolviéndole esa mirada que ella definió inicialmente.

—Sea lo que sea, estoy preparada, estás tú aquí, nada malo me pasará, ¿Cierto? —preguntó Zenda, sonriente, y el brillo en sus ojos resplandeció más aun.

«No... Esa sonrisa no», él rogó internamente. Esa sonrisa acabaría con él para siempre, no le permitiría contarle nada, no le permitiría siquiera que sus palabras salieran de su boca. Su pecho se contrajo en respuesta al impacto de ese hermoso rostro en su corazón. Con solo ese gesto se dio cuenta de la inocencia de Zenda, esa inocencia que él amaba, esa inocencia que no la hacía advertir lo que estaba por venir, y esa inocencia que le demostró lo mucho que la lastimaría, aun así, la lastimaría mucho más si solo tomaba esa decisión sin haberle dicho nada, si solamente la dejaba sola sin explicación... Si... Rompía esa promesa, que tanto le significaba.

—Lo siento Zenda... Lo siento por todo, no te mereces esto. —Su voz se quebró en ese momento. Se acercó a ella y con un abrazo demostró su vulnerabilidad ante la situación. Todo se estaba volviendo más difícil de lo que él creía que sería.

—Vlas... ¿Qué te sucede? ¿Seguro que estas bien? —preguntó Zenda, devolviéndole el abrazo. Su voz se escuchó más preocupada que antes, ella no podía hacer más que eso, la extraña actitud de Vlas solo aumentó, y su confusión igual.

—No puedo hacer nada, no puedo evitarlo, no quiero perderte. —Ese lamento venía acompañado de unas desesperadas ganas de no separarse de ella. Pero no fue así.

Con esas palabras, Zenda comprendió que la situación no era sólo Vlas actuando de una manera diferente, esta iba escalando al mismo tiempo que su preocupación y naciente miedo. ¿Qué significaba «perderla»? ¿Acaso lo decía literalmente? Vlas no podía estar hablando en serio. Era mucho más que eso, ella lo sabía, pero sólo esas palabras quedaron en su mente... Perderla... Con que eso significaba tanta complicación y vueltas en su declaración... Se iban a separar.

—Espera... —Ella interrumpió el abrazo y lentamente se separó de él, esas ansias de encontrarle respuesta a lo dicho por Vlas no cesaban, pero no quería escuchar algo malo... De todas formas, no se iba a quedar con la incertidumbre, debía afrontar lo que sea que él tuviera para decirle—. ¿Perderme? ¿Qué estás diciendo?

—No sé cómo comenzar con esto... Comenzaré por el principio, obviamente, espero que lo entiendas y que sepas que pase lo que pase estaré siempre a tu lado... No pretendo dejarte sola jamás.

—No entiendo nada de lo que dices, pero te escucho, dime lo que tengas que decirme, si eso hace que dejes de actuar así... Adelante.

Con esas palabras de Zenda, Vlas se decidió y procedió a explicarle todo lo sucedido.

Mientras más iba avanzando en el relato el rostro de Zenda cambiaba, llegó a mostrar una expresión de miedo, confusión, tristeza, enojo y dolor al mismo tiempo. Ella no podía creer lo que Vlas estaba diciendo, no quería creerlo. Aunque sabía que Vlas nunca mentiría con algo de esa magnitud, sonaba algo totalmente increíble y a la vez imposible de asimilar. Quizás tomárselo a la ligera al principio fue un error. Creer que Vlas estaba siendo extraño fue un error, después de todo tenía demasiado sentido su actitud... Porque ese momento llegó.

Quería que parara, que no siguiera hablando, que no llegara hasta ese momento... Pero cuando escuchó esa frase cruzó ese límite el cual ya no le permitiría volver atrás.

«Alguno de nosotros dos deberá morir...».

Si, eso fue lo que derrumbó su inocencia, su optimismo, su fantasiosa mente que siempre intentaba buscarle el lado bueno a todo, eso fue lo que en retrospectiva anulaba cualquier promesa que antes se hubieran hecho entre ambos, cualquier lugar al que quisieran llegar, cualquier momento que quisieran pasar juntos... Eso fue lo que destruyó todos sus sueños... Para siempre.

—Pensé que te lo tenía que decir, después de todo, es una decisión de ambos, no puedo solo decidir sobre tu vida sin consultártelo antes, y no puedo decidir sobre la mía sin que conocieras mi destino... Porque mis sentimientos por ti jamás cambiarán, y no te mereces sufrir por mi culpa —explicó Vlas, terminando con el relato, mientras Zenda estaba cabizbajo sin reaccionar— Ey, ¿Estás bien? —Vlas se acercó lentamente y le tocó el hombro. Un escalofrió recorrió su cuerpo con la respuesta de Zenda.

—Suéltame. —Con un movimiento tosco ella quitó la mano de Vlas de encima suyo.

—Lo siento... Lo siento Zenda, es lo único que puedo decirte ahora, no tengo una forma de resolverlo, y es culpa mía que reacciones así, puedes odiarme todo lo que quieras, todo es culpa mía... Y eso no va a cambiar.

Ya se había lamentado demasiado, pero en ese momento todavía no se lo había contado a Zenda, y quizás eso era lo que principalmente lo hacía sentir culpable. Él realmente apreciaba y se tomaba en serio las promesas que hacía, y la más importante siempre fue la que tenía con ella... O las que tenía con ella, pero él sabía que rompería una de esas dos... Solamente quedaba elegir cual sería... No hacerla sufrir o salvarle la vida... O las dos al mismo tiempo.

—No, no es tu culpa, tampoco podría odiarte ni estoy enojada contigo, es complicado, Vlas... No sé por qué estoy enojada, ni con quién o qué debería estarlo, sólo es un sentimiento dentro de mí que no tiene razón... De hecho, hay muchos sentimientos dentro de mí que no sé cuál es el motivo por el que están ahí... Son muchas emociones en tan poco tiempo, no puedo dejar de pensar que esto es inevitable y que no podemos impedirlo... Y eso es muy doloroso. —Zenda apretó su puño con fuerza.

Vlas lo notó, ella estaba muy enojada, era la primera vez que la veía en ese estado.

Zenda se encontraba invadida por el mismo sentimiento de impotencia que sintió Vlas cuando se enteró. Quizás era lo único a lo cual le encontraba razón. Si Vlas no podía hacer nada, ¿Qué podría hacer ella? Se encontraba en un lugar todavía peor. O tal vez no, él tenía que tomar la decisión, eso era más duro que sólo saber que podría perderlo... Sí... Podría perderlo, claro, podría perderlo... ¿Cómo no se dio cuenta de eso antes?

—No debería habértelo dicho con tan poco tiempo de antelación, en diez días tendré que decidir y mi cabeza está en cualquier lugar menos en mi decisión, tú no tienes la culpa de nada, no te mereces estar en esta posición, es el momento que demuestre de lo que soy capaz por ti, Zenda, te amo más que nada en este mundo, eres mi vida, y sin ti no podría seguir... Pero sé que tu si podrías sin mi —con esa declaración hecha, se quedó en silencio.

Zenda lo escuchó y ese miedo previo se extendió... Él ya había decidió inconscientemente, ya lo había dejado en claro con esas palabras. Sabía que Vlas no cambiaría de opinión, aunque ella intentara convencerlo... Sabía que lo perdería... Pero al no haber otra opción tenía que aceptarlo, por más difícil que fuera... O tal vez sí había otra opción... Tal vez... Pero él... ¿Sería capaz de aceptarlo?

El silencio prolongado era cómodo, Zenda no se sentía fuera de lugar y Vlas no quería arruinar el momento. Comprendía que con sólo su presencia estaba bien, él únicamente quería estar ahí para Zenda, y que ella supiera que pasara lo que pasara, él nunca se iría de su lado... Ni aun, si la muerte los separaba.

—Vlas...

Al escuchar su nombre él levantó su rostro, y miró a Zenda... Ella lo había casi susurrado, con una suave voz.

—¿Qu...?

«¿Qué?», la pregunta no fue concluida, sólo la pudo hacer en su mente.

Un beso.

Esa pregunta fue respondida con el accionar de ella. Creyó que jamás llegaría ese momento. Diez años reducidos a unos segundos que lo hicieron sentir en el cielo por un lapso de tiempo indeterminado. Supo que ese beso no significaba nada bueno, pero era una mezcla de emociones tan importante e intensa para ambos, que más que un beso fue un punto de inflexión en lo que a su relación refería.

Ese amor era real, más en ese momento que nunca. Ese primer encuentro, ese camino que compartían, ese sueño, ese sufrimiento, esa felicidad... Todo era suyo en ese momento, todo era de ambos. Zenda era de Vlas y Vlas era de Zenda... Esperarían el final, juntos... Era lo único que les quedaba por hacer... Hacerse felices hasta el último momento.

Vlas decidió no hacer nada al respecto y tan solo le devolvió el beso a Zenda, abrazándola en el proceso mientras ella se aferraba más a él. Se sentía muy necesario para ambos.

Cayeron en la arena, Vlas sintió el peso de Zenda sobre su cuerpo y la sostuvo desde la cintura. Ella era pequeña, o al menos así le pareció. La vulnerabilidad los había vencido a ambos, y no encontraron más consuelo a su dolor que ese beso. No les importaba estar en el medio de la playa, no les importaba ensuciarse con la arena, ni les importaba que el frio viento proveniente del mar los abrazara erizando sus pieles. En ese momento comprendieron que la vida era demasiado corta como para preocuparse por esas nimiedades... Y así siguieron.

Pero la inseguridad todavía estaba allí.

—Espera... —Zenda interrumpió el beso, y se puso de pie rápidamente limpiando la arena de su cuerpo—. Lo siento, no sé por qué hice eso... Fue imprudente —añadió, y su rostro se tornó ruborizado.

—¿Imprudente? ¿Acaso no querías eso? —preguntó Vlas, todavía recostado en la arena. La súbita manera de actuar de Zenda lo descolocó.

—Sí, pero... Es que... No lo sé. —Negó bajando su rostro, sus lágrimas comenzaron a mojar la arena—. Lo siento, Vlas.... Me tengo que ir, lo siento... Adiós.

Fue rápido, apenas dijo esas palabras desapareció de la vista de Vlas.

—¡¡Espera Zenda!! —Vlas corrió detrás de ella y la alcanzo unos metros antes de llegar a la muralla que separaba la arena de la calle—. ¿Qué fue eso? —preguntó, tomando su mano.

—¿Por qué? ¿Por qué esto tiene que acabar así? No es sobre ti, Vlas, pero necesito estar sola por ahora, déjame pensarlo y luego podemos arreglarlo. —Sus palabras casi no se entendían al estar asediadas por su llanto.

—¿Por qué luego? No tenemos demasiado tiempo, quiero que lo decidamos ahora, no puedo seguir viéndote llorar, Zenda... Y no puedo seguir con mi cabeza en este dilema, me voy a terminar volviendo loco... Por favor, linda... Por favor —rogó Vlas.

Todavía no podía rendirse, pero el tiempo seguía corriendo y podría terminar arrepintiéndose, y la actitud de Zenda, aunque entendible para él, no ayudaba en nada. 

—Lo siento, Vlas, no puedo hacerlo ahora, sólo necesito asimilarlo... Perdóname. —Se dio la vuelta, y limpiándose sus lágrimas se alejó del lugar.

 Vlas sólo pudo verla alejarse con un único pedido en su mente: «Mira atrás».

Pero no sucedió.

Abatido, Vlas solamente se quedó parado mirando al horizonte mientras el sol se ponía, no habían pasado ni veinte minutos, había parecido una eternidad. No podía dejar de pensar en el beso y la posterior reacción de Zenda, obviamente se sentiría avergonzada, no quiso seguirla, prefirió dejarla irse, su cabeza daba muchas vueltas, a partir del día siguiente tan solo quedaban nueve días para decidirse, y la reacción de Zenda hizo que todavía se repensara más la decisión que tomaría, sabía que no podría protegerla, aun así, todavía tenía tiempo para cumplir su promesa de no romperle el corazón, aunque viendo como habían salido las cosas, parecía una opción alejada, aunque, alejada o no, haría hasta lo imposible para no marcharse con una promesa rota.

 

Momentos después...

 

—¿Ya lo sabe? —preguntó Lara, acercándose a Vlas, este se encontraba sentado sobre la arena.

—Todo... —respondió Vlas, en voz baja—. Ya lo sabe todo.

—¿Cómo reaccionó?

—Como se esperaba, con impotencia y rabia, supongo que fue un gran shock —respondió Vlas, su mano había tomado una piedra. La terminó lanzando al mar, esta ni siquiera salpicó, sólo se hundió—. No pude contenerla, y terminó yéndose sin dejar que habláramos más sobre la situación —agregó.

—Parecía estar desconcertada cuando fue a buscar a Kora, no tenía la misma mirada que siempre, y su actitud era distante, deberías llamarla más tarde, o visitarla en todo caso, sabemos que muy bien no se lo tomó... Y es mejor prevenir que lamentar —dijo Lara, con algo de preocupación.

—Sí, tengo miedo de lo que hará ahora, tendría que llamar a Kora y explicarle la situación, no quiero que cometa una locura —explicó Vlas—. Toma —dijo, extendiendo su brazo, con el botón que Lara le había dado antes en su mano.

—No, quédatelo —sugirió Lara—. Servirá de mucho cuando estés en problemas, al menos quédatelo hasta el día del séptimo impacto —agregó, dándose la vuelta.

—¿Nos vamos? —preguntó Vlas, guardando el botón en su bolsillo.

—Sí, se está haciendo tarde y Rhys se preocupará —respondió Lara, alejándose por el camino en el que había venido.

—Bien... Ahora te alcanzo.

Lanzó una última piedra al mar. Vaya, esa tampoco salpicó... Al parecer su vida no era más que una metáfora. No pudo evitar reír, era lo único que podía hacer... Ya no le quedaba más nada. Lo había perdido todo.

 


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