El sacerdote tragó saliva, evitando astutamente la mirada asesina que le lanzaba Alpha Thorton. En comparación con Alpha Thorton, parecía sorprendentemente más temeroso de Damon, quien todavía lo miraba con toda la ferocidad de un hombre que tenía intenciones de matar.
—Alpha Damon Valentine de Colmilloférreo —dijo obediente el oficiante—, ¿tomas a la Señorita Dahlia Elrod como tu esposo legítimamente casado? ¿Prometes adorar, honrar...?
—No —la firme respuesta de Damon cortó las palabras del oficiante, impidiéndole decir algo más—. No lo hago.
En el instante en que Damon pronunció su respuesta, Dahlia siseó en voz alta. Sin embargo, no solo fue por su respuesta. Si acaso, los eventos que acababan de transcurrir ya le habían advertido que sus sueños de una boda perfecta se habían ido en llamas.