Helga, de semblante resuelto y determinado, se dirigió hacia Kamil, acompañada de cerca por los militares que la rodeaban. "Tenemos un listado de nombres que fue hurtado de tu domicilio. En él se encuentran diversos nombres y algunos signos parecidos a los del artefacto, Kamil", dijo Helga con voz firme.
Kamil sintió un sudor frío recorrer su espalda al darse cuenta de que la lista de nombres había desaparecido de su morada. Sabía que si esos nombres llegaban a manos equivocadas, podría poner en peligro no solo su vida. Con una mueca de angustia en su rostro, decidió mentir. "Lo lamento profundamente, desconozco a qué lista se refieren", susurró Kamil, su voz temblorosa se perdía en el aire denso de la sala, intentando poner en su rostro una máscara de confusión.
Helga, quien había agotado su paciencia ante la persistente negativa de Kamil a colaborar, percibió cómo la irritación se expandía en su ser como una hoguera insaciable. Entonces decidió que era hora de elevar la situación a un grado superior e indicó a los soldados que se llevaran a Kamil en contra de su voluntad.
Con un gesto brusco, los soldados tomaron a Kamil y lo esposaron, preparándose para llevárselo bajo custodia. Kamil, resignado pero con determinación en sus ojos oscuros, no opuso resistencia.
Con las manos esposadas y un nudo en la garganta, fue conducido por los soldados hacia la imponente mansión del Dr. Von Braun. El viento gélido de la noche azotaba sus mejillas, recordándole que estaba en medio de una tormenta de secretos y peligros que amenazaban con consumirlo por completo.
Al llegar a la mansión, los soldados lo despojaron de sus pertenencias, incluyendo el escaso dinero que llevaba consigo. Kamil observó impotente cómo sus posesiones cambiaban de manos, sintiendo la frialdad del metal de las esposas mordiendo su piel. El brillo de determinación en sus ojos se desvaneció momentáneamente, reemplazado por una mezcla de resignación y temor ante lo desconocido que le esperaba en el interior de la casa.
La presencia del Dr. Von Braun parecía impregnar cada rincón de la mansión, emanando un aura de poder y conocimiento que intimidaba incluso a los soldados que lo escoltaban. Kamil fue conducido a una habitación sombría, donde el doctor lo esperaba con una mirada penetrante y calculadora.
"¿Dónde está la lista, Kamil?", inquirió el Dr. Von Braun con voz firme, su tono denotaba una paciencia limitada y una determinación férrea. Kamil, con la espalda recta a pesar de la tensión en el ambiente, mantuvo su silencio como último bastión de defensa ante un enemigo cuyas intenciones aún no podía descifrar por completo.
El Dr. Von Braun, imperturbable ante la falta de respuesta, se acercó lentamente a Kamil, estudiando cada gesto y mirada en busca de alguna fisura en su armadura de secretos. Sabía que aquel gitano guardaba información crucial que podría llevarlos un paso más cerca de desentrañar los misterios ancestrales que rodeaban la lista de nombres y los símbolos del artefacto.
El silencio pesado que llenaba la habitación parecía palpitar al ritmo acelerado del corazón de Kamil, quien se preparaba para lo que vendría a continuación en esta danza peligrosa entre verdades ocultas y mentiras desgarradoras.
Con calma y determinación, el Dr. Von Braun comenzó a interrogar a Kamil, presionándolo para que revelara la verdad detrás del pergamino perdido y su conexión con los eventos recientes en Łódź. Kamil, consciente del peligro que enfrentaba, negó todo absolutamente.
Sin embargo, el Dr. Von Braun no se dejó intimidar por la reticencia de Kamil. Con habilidad y astucia, utilizó una combinación de amenazas y promesas para doblegar la voluntad del gitano, presionándolo para que revelara todo lo que sabía.
Con una última mirada a Kamil y a los demás presentes, el Dr. Von Braun dio por terminada la reunión y les indicó a los soldados que se deshicieran del gitano, que no lo quería volver a ver.
Kamil, con el corazón acelerado y la mente turbada por el miedo, se aferró a su última carta: la promesa de revelar información vital a cambio de su vida. Miró fijamente a Helga, reconociendo en sus ojos una chispa de determinación y astucia que podría ser su salvación.
—Helga, tú más que nadie sabes que mis palabras son verdaderas —dijo Kamil con voz temblorosa, buscando desesperadamente ganar su favor—. Conoces mi habilidad para descifrar los enigmas del destino, y esta vez no es diferente. Tengo información importante pero déjenme ir.
Helga, intrigada por las palabras de Kamil, lo observó con atención, evaluando sus palabras y su sinceridad. Sabía que el gitano no era alguien que tomara a la ligera sus revelaciones, y si decía tener información importante, valía la pena escucharlo.
—Habla, Kamil —ordenó Helga, su voz resonando con autoridad—. Dime lo que sabes, y tal vez encuentres la protección que buscas.
Con un suspiro de alivio, Kamil comenzó a relatar todo lo que sabía, revelando el nombre de la logia que habían proporcionado las claves y los mensajes codificados. Sus palabras fluían con una urgencia frenética, impulsadas por el deseo desesperado de asegurar su supervivencia.
Helga prestaba oído atento, absorbiendo cada particularidad de los datos que Kamil le brindaba. Evocó la enigmática figura que la había interceptado minutos antes de que Kamil le había entregado el artefacto. En efecto, lo que le había advertido era una señal de advertencia, probablemente era un integrante de la logia de las sombras.
Cuando Kamil concluyó su relato, Helga se puso de pie con resolución. Miró de manera significativa al Dr. Von Braun, solicitando con un gesto que liberaran al gitano de sus ataduras.
Kamil asintió con gratitud, su corazón lleno de alivio al saber que ahora tenía una oportunidad, pero con su astucia y la protección de Helga.
"Necesito que me digas todo lo que sabes sobre la Logia de las Sombras", declaró Helga, su voz resonando en la habitación con una intensidad que dejó claro que no aceptaría evasivas ni medias verdades. "No hay lugar para secretos ni para la reticencia. Si quieres mi protección, debes ser completamente transparente conmigo. ¿Entiendes?"
Kamil tragó saliva, sintiendo el peso de la mirada de Helga sobre él. Sabía que no podía ocultar nada más, que su única opción era revelar la verdad completa sobre la misteriosa organización conocida como la Logia de las Sombras. Con un suspiro resignado, comenzó a relatar todo lo que sabía, consciente de que sus palabras podrían tener consecuencias impredecibles.
"Señora", comenzó Kamil en un tono grave y sereno, "la Logia de las Sombras es una sociedad secreta que ha existido durante siglos, oculta a los ojos del mundo exterior. Su propósito principal es salvaguardar antiguos conocimientos y artefactos que se consideran peligrosos o demasiado poderosos para ser revelados al público".
Helga escuchaba con atención, su mente ávida de cada palabra que escapaba de los labios del anciano. La mención de una sociedad secreta intrigaba su naturaleza inquisitiva y avivaba la llama de su curiosidad.
"Los miembros de la Logia de las Sombras son selectos y poderosos", continuó Kamil, su voz resonando en la habitación como un eco del pasado. "Provienen de diversas esferas de la sociedad, pero comparten un objetivo común: preservar los secretos del pasado y asegurar su influencia en los acontecimientos del presente".
Helga asintió en silencio, absorbiendo cada palabra con una intensidad palpable. La revelación de la existencia de una sociedad clandestina despertaba en ella una mezcla de temor y fascinación, una sensación de estar al borde de un abismo de conocimiento prohibido.
"¿Y por qué están tan interesados en darnos informacion?", inquirió Helga con cautela, su mirada buscando la de Kamil en la penumbra de la habitación.
Kamil suspiró, como si el peso de los siglos descansara sobre sus hombros encorvados. "Porque tú posees algo que ellos desean desesperadamente", respondió con solemnidad. "El artefacto que te entregué y el pergamino que custodias son claves para desentrañar los misterios del Urheimat, el hogar ancestral de nuestra civilización. La Logia de las Sombras ha buscado durante siglos acceder a ese conocimiento oculto, y ahora ven en ti la llave que puede abrir esa puerta".
Las palabras de Kamil resonaron en la mente de Helga, tejiendo una telaraña de intriga y peligro a su alrededor. El Dr Von Barun se sintió más intrigado aún ya que a lo que entendía Helga era una clave o una llave de algo en este momento.
"Pero ¿por qué yo?", preguntó Helga, su voz apenas un susurro en la oscuridad. "¿Qué me hace tan especial para ellos?"
Kamil le dirigió una mirada comprensiva, como si viera más allá de las apariencias y penetrara en los rincones más oscuros de su alma. "Porque tú posees la sangre para resolver muchos misterios", respondió con solemnidad. "Eres una heredera de la verdad, una exploradora de los misterios y tus manos reposa el destino de aquellos que buscan la luz en la oscuridad".
"¿de que hablas?", preguntó Helga, su voz resonando con determinación. "¿donde podemos encontrar la Logia de las Sombras?"
Kamil le ofreció una sonrisa tranquilizadora, sus ojos destellando con una sabiduría antigua. "Debes seguir tu intuición y confiar en tus habilidades", aconsejó con calma. "Alejate de los alemanas y busca personas que comparten tu causa y mantente siempre un paso adelante de tus enemigos. El destino está en tus manos.
Con un movimiento rápido y sorpresivo, Kamil sacó un cuchillo de una de sus botas y se abalanzó hacia Helga, con la intención clara de causarle daño. Sus ojos destellaban con una mezcla de desesperación y determinación mientras agarraba la mano de Helga, la hoja del cuchillo amenazando con cortar su muñeca. Un destello de miedo cruzó el rostro de Helga, pero su entrenamiento y su instinto de supervivencia se activaron de inmediato.
Antes de que Kamil pudiera llevar a cabo su amenaza, un disparo resonó en la habitación, cortando el aire con un estallido ensordecedor. El cuerpo de Kamil se sacudió con el impacto, su rostro contorsionado en una mueca de dolor mientras caía al suelo. Helga se apartó rápidamente, su corazón latiendo con fuerza mientras observaba la escena con incredulidad.
El Capitán Klaus Richter, con su arma aún humeante en la mano, se mantenía erguido junto a Helga. Su mirada era severa, pero su gesto mostraba una determinación tranquila. Había actuado con rapidez y precisión para proteger a Helga de la amenaza inminente, demostrando una vez más su lealtad y habilidad en situaciones peligrosas.
Con un último suspiro, Kamil miró a Helga con ojos vidriosos, sus labios temblorosos pronunciando unas palabras finales cargadas de significado. "La respuesta está en tu sangre", murmuró antes de que la vida abandonara su cuerpo. Helga frunció el ceño, desconcertada por el enigmático mensaje de Kamil, pero sabía que no tenía tiempo para reflexionar sobre ello en ese momento.