—¿Estás bien? —Aiden miró a Ari, quien parecía más pálida de lo normal. Frunció el ceño y preguntó—. ¿Fue demasiado para ti?
La cirugía llevó casi seis horas, sin mencionar la cantidad de sangre —dado que Ari tenía fobia a la sangre, debió haber sido difícil para ella trabajar como su asistente.
—Estoy bien —respondió Ari mientras se sentaba en la pequeña silla de madera con las manos en su regazo—. ¿Realmente había visto a esa persona con una máscara cosida con hilo de neón? ¿O fue un fragmento de su imaginación a causa del mensaje que le había enviado su madre?
Algo no estaba bien. La sensación de una mano fría apretándole el corazón parecía intensificarse.
—Entonces, ¿por qué pareces que vas a enfermar? —preguntó Aiden mientras se inclinaba hacia ella. Con la mano extendida la puso en la frente de Ari y afirmó—. Parece que no tienes fiebre, ¿te molesta algo más? —Pensó en el incidente de la tarde cuando Nicolai salió corriendo del café.