La voz femenina lo sacó de sus pensamientos. "No creo que sea una buena idea dejarla ver el cuerpo".
Sarkon asintió con gravedad. "Me haré cargo de ello. Mi secretaria se pondrá en contacto contigo”. Se hizo a un lado para revelar a sus secuaces que estaban cerca.
La enfermera parpadeó con incredulidad ante otro chico de diecisiete años con gafas que la saludaba.
Sarkon se volvió hacia María y se arrodilló ante ella, nivelando su mirada con la de ella.
“María. Soy amigo de tu padre. Nunca nos hemos conocido, pero te he visto en la foto de tu padre.
Esos dos ojos verdes se clavaron en sus ojos. Entonces, las lágrimas comenzaron a formarse.
Tragándose el nudo en la garganta, continuó con voz ronca, con la imagen de Alfred sonriéndole en su mente.
“Vienes conmigo. Soy tu guardián ahora. Mi nombre es Sarkon Ritchie”.
Siguiendo lo que había ensayado con Sanders, extendió la mano y esperó a que María la tomara…