Basil Jaak condujo lentamente a Xenia Wendleton hacia el estacionamiento, buscando un vehículo potencial para usar.
—Hiss... —Un robusto Hummer capturó instantáneamente la mirada de Basil Jaak.
Frente al peligro actual, contar con un Hummer grande y a prueba de balas era mucho mejor que cualquier Ferrari o Lamborghini.
—Vamos, vamos a revisarlo. Con esta bestia, creo que podemos liberarnos de este agujero infernal —Basil Jaak lanzó una sonrisa, volviéndose hacia Xenia.
—¡Entonces movámonos rápido! —respondió emocionada Xenia.
El Hummer estacionado en el lote tenía sus puertas cerradas, pero esto no era un problema para Basil Jaak.
Basil Jaak sacó algo del tamaño de una uña de su bolsillo, comenzó a manipular la puerta del coche, y en poco tiempo, la puerta obedientemente se abrió de par en par.
—¡Sube! —Basil Jaak le gritó a Xenia, solo para verla congelada en su lugar.