—Ella tendrá que continuar sus tratamientos de radiación en una semana y necesitará permanecer en el hospital, pero el lado de colonia ya se ha resuelto —informó el doctor a Don tan pronto como las enfermeras salieron de la habitación.
París yacía cómodamente en su cama, la cual era mucho más confortable que cualquier cama de hospital en la que hubiera dormido antes.
Le resultaba extraño cómo el doctor le informaba todo al joven y guapo hombre en la habitación, a quien solo había visto en un sueño unas horas antes.
¿Dónde estaba Londres? Esa pregunta aún no tenía respuesta, lo que la perturbaba enormemente.
—De acuerdo. Si no hay nada más, entonces necesitaré que nos disculpe —escuchó decir al joven, mientras se tensaban las cuerdas del miedo en su corazón y el doctor respondía.
—De acuerdo, pero en caso de cualquier cosa, por favor presione el timbre.