アプリをダウンロード
96.87% Lazo cósmico / Chapter 31: Capitulo 16 "Reflexiones"

章 31: Capitulo 16 "Reflexiones"

—Matt, cuida mucho a los viejitos, te los encargo—dijo Helena, con voz temblorosa, mientras se limpiaba la cara para borrar las marcas que habían dejado las lágrimas.

—Claro que sí, hermanita. Tranquila, en eso puedes estar segura. Siempre estuve con ellos y seguiré estándolo―aludió su hermano acariciando su rostro—Tú cuídate mucho. Y ya sabes…si ese anabólico te hace algún daño, no dudes en llamarme. No importa cómo, llegaré a la Tierra en menos que canta un gallo, ya lo verás. No permitiré que te vuelvan a lastimar.—

Ella asintió lentamente, susurrando―Te amo mucho, los extrañaré a todos.

—Igual nosotros—respondió Matt, apretando los labios para contener su propia emoción.

Los hermanos se abrazaron con fuerza, y a Helena se le cruzó por la mente que esto no era una despedida, sino un hasta pronto. Diez años sin verlo había sido tolerable, así que cuatro años no serían nada. Sin embargo, a pesar de su optimismo aparente, un sentimiento comenzó a surgir dentro de ella, y eso no le daba buena espina.

—Leonardo, por favor, suelta esa arma. No te permitirán llevarla—dijo su madre, elevando la voz, llamando la atención de los chicos.

—No es para mí, Helena. Ven aquí—llamó su padre, haciendo que ella se acercara con curiosidad y una leve aprensión.

—Helena, esta arma es como una reliquia para la familia Ortiza—comenzó su padre, con solemnidad, mientras sostenía el arma con manos temblorosas.—Tu tatarabuelo Juan fue el primer servidor de la nación de nuestra familia. La heredó a sus hijos, quienes siguieron su ejemplo, y así sucesivamente a todos aquellos que portaban un uniforme. Pero como sabes, fui yo quien rompió con ese trazo familiar, algo que enfadó a la familia, y mucho. No me arrepiento de aquello, sé por qué lo hice. Aun así, tu abuelo, en su último aliento en este mundo, hizo a un lado su orgullo y me la encomendó con el simple hecho de defender a mi familia. "La familia Ortiza ha tenido enemigos en todas partes", me decía él. Y más que nada, yo te la obsequio por protección, como él lo hizo conmigo.

—Papá, yo… —comenzó, pero se vio interrumpida por él, quien levantó una mano para silenciarla suavemente.

—Agradezco al creador que nunca haya tenido que usarla, y espero que tú tampoco tengas que hacerlo. Ahora es tuya—repitió su padre, con la seriedad en sus ojos y arrugas de preocupación en su rostro.

―No, papá. Gracias, pero tampoco pienso usarla―dijo con calma, mientras daba un paso hacía atrás.―Aprecio mucho que me la encomiendes en verdad, pero creo que es mejor que se quede aquí, como una reliquia por la unión familiar. Puedes guardarla en casa. Es mejor protegerla, a que yo me proteja con ella.—

Tal vez una joven versión suya habría aceptado esa arma con mucho orgullo y felicidad. Pero después de escribir tantas novelas negras, conocía el verdadero significado de tener un arma de fuego. Representaba responsabilidad, poder y la capacidad de causar un gran impacto, tanto positivo como negativo, en la vida de otros y en la sociedad en general. Reconocía que su uso conlleva consecuencias graves y permanentes, por lo que utilizar un arma requería una extrema prudencia, como un último recurso en situaciones de absoluta necesidad o defensa propia. Y aún conociendo todo aquello, Helena jamás usaría un arma de fuego ni aunque su propia vida estuviera en peligro.

—Helena—rió su padre con orgullo—. Será como tú desees. Pero eso sí, la esconderé en un lugar secreto que nadie podrá encontrar. Se quedará en este terreno para siempre—dijo el señor contemplando a su alrededor y después se alejó de ella.

—Ya es hora, Helena—mencionó su madre al subir la última maleta en el coche de su hermano.—¿Dónde está tu padre?

—Papá fue a guardar el arma—respondió, desviando la mirada hacia el suelo.

—¿No la quisiste?—preguntó su madre, con un toque de sorpresa.

—No, mamá, es mejor así—dijo antes de abrazarla con fuerza, sumida en sus pensamientos.

—¿Y ahora, por qué lloras, Helena?—preguntó su madre, sintiendo las lágrimas de su hija caer por sus hombros.

—¿Cómo qué por qué lloró, mamá?—respondió Helena entre sollozos, incapaz de contener la angustia que la invadía—. Se irán lejos, muy lejos de aquí.—

Su madre la abrazó con más fuerza, acariciando suavemente su cabello para calmarla—Mi amor, cuántos años estuviste separada de nosotros, para que llores ahora que estaremos separados por menos tiempo. Tranquila, mi bebé.

—Bueno, mamá, eso sí es que Helena no se enamora de ese tonto futbolista, ahí sí jamás lo volveremos a ver—dijo Matt en voz alta, llamando la atención de las dos mujeres.

—¿Eso es así?—La señora se soltó ligeramente del abrazo, confundida.

—Sí, pero yo jamás haré eso. Juro que los voy a alcanzar, junto con Stanly, lo prometo—dijo Helena firmemente, limpiándose las lágrimas del rostro.

—Helena, a ver, hija, escúchame con atención—su mamá tomó su mano y la miró con una expresión que la hizo inquietarse —Sé que las últimas veces te he insistido para que te quedaras con nosotros en casa, porque ya no te quería lejos, mi amor. Pero me doy cuenta que así no lograrás realizar tu vida y jamás serás felíz, y yo no quiero eso Helena.

Por eso te pido que desde ahora no pienses en nosotros, piensa en ti, en tu futura familia, y siempre escucha a tu corazón. Él te guiará hacia lo que sea mejor para ti. Créeme en mis palabras, Helena.

—Maaa ¿le estás diciendo que se quede con ese tipo?—gritó Matt, visiblemente molesto.

—No, le digo que piense en ella, que sea feliz, que nosotros ya lo estamos por ella.

—Mami, por Dios, esta separación la haces ver más difícil—dijo Helena, apenas capaz de hablar debido a la emoción que la embargaba.

—Helena, no nos vamos a separar. Mientras tengas este hermoso órgano latiendo por dentro, siempre estaremos contigo, donde sea que estés. Ahí estaremos, apoyándote siempre, mi vida—dijo su mamá con una mirada llena de amor que la conmovió profundamente.

Su padre ya había regresado y la observaba con igual anhelo. Helena sintió el calor de su familia rodeándola, un lazo que ni la distancia podría romper.

.....

Cuando llegaron al campo deportivo. La familia Ortiza quedó inmovilizada por el miedo al ver múltiples naves sobrevolando el lugar. Pero su sorpresa mayúscula llegó cuando se encontraron con otros tres inmensos discos voladores, de color grisáceo metálico, que medían al menos 30 metros de diámetro más que los demás. Las naves se cernían sobre el campo deportivo, desafiando las leyes de la física como si flotaran en un vacío. Un zumbido bajo y vibrante emanaba de ellas, erizándoles los pelos de la nuca. Sus superficies metálicas reflejaban los rayos del sol, como espejos gigantes, creando un espectáculo deslumbrante que parecía sacado de una película de ciencia ficción. Su padre se encontraba con los ojos desorbitados y la boca entreabierta por el asombro. Los ojos de Matt, generalmente tranquilos, se abrieron como platos y su mandíbula se desencajó. Y su madre, más que llena de miedo, quedó embelesada por lo que veían sus ojos.

―¡Dios nos ampare!—dijo su hermano rompiendo el silencio, mientras apretaba el volante con fuerza.—No, gracias, pero yo no quiero ser abducido por ellos—Intentó arrancar el vehículo de nuevo, pero su copiloto lo detuvo con una mano firme.

―Basta, Matt, yo les advertí, no digan que no les dije—dijo su padre mientras bajaba del auto.

―Nunca mencionaste ovnis, papá—respondió Matt, con un ligero miedo en sus palabras, ayudando a su padre a bajar las maletas.

―No son ovnis, así luce su transporte que los llevará hacia su nuevo hogar—Helena se acercó con seriedad, su mirada fija en las naves.

La familia intercambió miradas nerviosas, intentando procesar la increíble realidad ante ellos. Helena tomó un profundo respiro, intentando calmar los nervios de su familia.

―Escuchen, sé que esto es difícil de asimilar, pero estas naves están aquí para llevarlos a un lugar seguro—explicó con paciencia.—Estaran bien—dijo tomando la mano de su madre para generarle confianza.

El señor Leonardo observó a su hija y luego a las naves, con una creciente curiosidad.

―Helena, te lo vuelvo a decir, ¿cómo sabes que son seguras?

―No lo sé con certeza, papá, pero a veces hay que tomar decisiones basadas en la fe y la esperanza—respondió ella, ahora con su otra mano apretando la mano de su padre con calidez mientras miraban las naves—debemos confiar en lo que no podemos ver, pero si sentir—sus palabras resonaban en el aire, cargadas de una verdad que, en el futuro, lamentaría haber pronunciado.

Las manos de Helena, terminaron enlazadas con las de sus progenitores, dos seres a los que admiraba con fervor. Su madre, la mujer más valiente y capaz del mundo, alguien a quien nadie podía igualar en fortaleza y amor. Su padre, un hombre moldeado por los prejuicios de una sociedad decadente, luchaba contra sus propios demonios mientras protegía ferozmente a su familia de cualquier amenaza.

―Pues qué peculiar aspecto tienen nuestros transportes, y aún así yo veo que son seguros—habló su mamá, transmitiendo tranquilidad—Vamos que nos esperan—añadió, mientras caminaba hacia un grupo de personas que aguardaban el lugar.

Un laberinto de casetas y perímetros centrales se extendía ante sus ojos.

Un soldado con uniforme impecable y rostro apacible se presentó ante ellos, solicitando que nombraran sus apellidos y mostraran sus boletos. Los recién llegados, aún desorientados por el abrumador entorno, obedecieron mecánicamente. El soldado registró sus nombres en un dispositivo digital que brillaba con una luz cegadora. Sin más preámbulo, los guió con paso seguro hacia su destino asignado. Atravesaron diversas casetas, cada una albergando diferentes familias que esperaban ansiosamente ser llamadas. Helena miró a su alrededor, sin reconocer a ninguna de las personas presentes. Parecía que el tiempo había borrado sus rostros de su memoria, dejándolos irreconocibles y ajenos.

Llegaron finalmente a una estructura pequeña, algo rígida, pero móvil, con el mismo estampado de sus boletos. Otro soldado, con una expresión serena y profesional, los recibió en la entrada. Matt, con un leve temblor en la mano, extendió los boletos hacia él. El soldado los examinó brevemente antes de levantar la mirada.

—Por favor, vayan despidiéndose de sus seres queridos. Es hora de abordar.

Sus padres y su hermano se miraron entre sí, tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentían.

—Bueno, supongo que esto es un adiós temporal—dijo Matt, intentando sonreír mientras su voz temblaba ligeramente. Se acercó a Helena y la abrazó con fuerza.

—Otro abrazo no hace mal hermanita.

—No, claro que no, y tranquilo, Maty, estarán bien—dijo ella, intentando transmitirle calma.

Luego se volvió hacia sus padres. Su papá la envolvió en otro abrazo afectuoso.

—Cuídate mucho, Helena, y si no sabes nada de nosotros en estos días, significa que ya nos pepenaron—dijo su padre con preocupación.

—Ya, papá, no especules nada. Estarán bien. Pero si algo les llegara a pasar, que sé que no será así, juro que no me quedaré con los brazos cruzados e iré por ustedes, lo prometo. Yo misma derrocaré el sistema—dijo con una risa nerviosa, mientras besaba su mejilla, logrando que el señor esbozara una sonrisa.

—Te amo Helena.

—Igualmente papá.

Finalmente, se dirigió a su madre, quien la miraba con lágrimas en los ojos. Ella la abrazó con fuerza, transmitiéndole todo el amor y la protección que siempre le había brindado.

—Hija mia, estoy muy feliz por todos tus logros, mi amor. Aunque casi no lo expresaba, quiero que sepas que siempre estuve orgullosa de ti, tu padre, Matt, todos lo estamos. Te deseo lo mejor en este mundo, mi bella y querida escritora. Sé fuerte y sigue tu corazón, es lo único que te pido.

—Gracias, mami, gracias por todo. Y yo, estoy muy feliz de tenerte todavía conmigo, de tenerlos a todos ustedes. Y espero con toda mi alma que estén bien y se encuentren felices en su nuevo hogar. Pero como dices, no importa que estemos a miles años luz, ustedes, mi familia, siempre estarán en mi corazón, los amo mucho.—Helena dejo caer todas sus lágrimas en esas palabras.

En su último abrazo, la familia percibió tanto la tristeza de la separación como la solidez del vínculo que los sostenía, más allá de cualquier distancia.

—Hasta pronto, familia —susurró Helena con voz entrecortada al ver que sus padres se alejaban poco a poco de ella. Su madre hizo un último adiós, asintiendo con la cabeza, su rostro mostrando más tristeza que una dulce despedida. Helena no pudo resistir aquel gesto y corrió hacia ellos. Pero una pareja de guardias la detuvo, impidiendo que cruzara la línea de separación de despegue de las naves de pasajeros.

Sin objetarse y sin quitar los ojos de su familia, observó cómo una nave abría sus compuertas metálicas y una gran cantidad de familias se adentraban en el misterioso lugar. Entre ellas, su propia familia desapareció en esa marea de personas.

Las piernas de Helena, se estremecieron de tristeza, y cayó de rodillas al suelo, mientras cientos de lágrimas empapaban la hierba bajo el peso de su dolor, incapaz de contener el torrente de su desolación.

—¡Helena!—resonó una voz a su lado, destacando entre el bullicio del lugar. La morena, rápidamente se puso de pie al identificar la voz.


Load failed, please RETRY

週次パワーステータス

Rank -- 推薦 ランキング
Stone -- 推薦 チケット

バッチアンロック

目次

表示オプション

バックグラウンド

フォント

大きさ

章のコメント

レビューを書く 読み取りステータス: C31
投稿に失敗します。もう一度やり直してください
  • テキストの品質
  • アップデートの安定性
  • ストーリー展開
  • キャラクターデザイン
  • 世界の背景

合計スコア 0.0

レビューが正常に投稿されました! レビューをもっと読む
パワーストーンで投票する
Rank NO.-- パワーランキング
Stone -- 推薦チケット
不適切なコンテンツを報告する
error ヒント

不正使用を報告

段落のコメント

ログイン