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92.68% Instituto Furry / Chapter 38: Un plan nuestro

章 38: Un plan nuestro

Narra Anya

La verdad había salido a la luz, Dante es Anubis, el extraño vigilante nocturno de esta ciudad, que se había dedicado a atrapar criminales y ejercer justicia por mano propia, ese vigilante resultó ser mi novio.

Nos separamos, rompiendo el abrazo que nos unía a los 3, Dante alzó su mirada y nos vio a las dos.

—¿Están bien?

—Sí…estamos bien…todo fue…un plan nuestro, obvio no la parte de estos 3 malandros…solo la llamada, estábamos escondidas por allá.

—Ya veo…todo para descubrirme, imagino.

—Sí…así es…sé que tal vez no era algo de nuestra incumbencia, pero…con lo que pasó anoche, no pude dejar de pensar en eso y…no podía estar tranquila sin saber la verdad…

—No quería que se enteraran así…mucho menos que me vieran en esta situación.

—Oye…no hay nada de malo en… —pausé mientras veía a los lastres tirados en el suelo— …esto, son escoria, además, muertos no están…y no es que me fuera a quejar en ese caso tampoco.

—Ni yo —intervino Taylor— Son criminales, no creas que no nos gustó ver como los hiciste puré.

—No es algo que disfrute particularmente —habló Dante— Simplemente lo tomo como un deber…una forma de ayudar a la sociedad desde mi lugar…y porque siento que es el llamado que tengo que cumplir.

—¿Llamado? ¿De quién? —pregunté.

—No lo entenderías…es difícil de explicar.

Lo observé bastante confundida, no sabía de qué clase de llamado estaba hablando, pero me daba curiosidad saber, aún así, no podía presionarlo, ya suficiente era que supiéramos su identidad secreta, pero si habíamos llegado tan lejos, teníamos que seguir y poder explorar más de Dante.

—Dante ¿Dónde está Rosé? —preguntó Taylor.

—Le dije que me esperara en el cine en lo que las buscaba, si quieren vayan con ella, nos reuniremos luego ¿Ok? No es prudente hablar aquí afuera.

—Pero…

—Sin peros, vayan con ella, esperen mi llamada.

Rápidamente, Dante se elevó, empezó a escalar los edificios y a saltar sobre ellos, perdiéndose en la oscuridad.

—Apenas y logré seguir sus movimientos…hay que preguntarle cómo carajos hace eso —dijo Taylor.

—Eso no es importante ahora, debemos irnos, Rosé debe estar angustiada.

—Tienes razón, vamos, no quiero que mi lobita se la pase angustiada más tiempo.

—Jajaja por eso te digo, diablos, vamos ya.

Nos fuimos caminando hacia el cine, nos tardamos unos cuantos minutos en llegar, hasta que por fin estábamos en el cine en cuestión, vimos a Rosé en el vestíbulo, estaba charlando con un chico.

—¿Qué carajos? —preguntó Taylor algo enfadada.

—Relájate, no saques conclusiones antes de tiempo.

—Lo que le voy a sacar son los dientes a ese imbécil si no se aparta de mi lobita.

—No hagas un numerito aquí, porfa, ya cálmate.

Nos acercamos y vimos a Rosé que cruzó mirada con nosotras, sin pensarlo dos veces, esta corrió hacia nosotras para abrazarnos, interrumpiendo la charla con ese chico.

—¡Chicas! ¡Por fin llegaron! ¡Estaba tan angustiada! —dijo la loba mientras nos apretaba fuertemente.

—T-Tranquila Rosé…e-estamos bien.

—¡Creí que les había pasado algo terrible! ¡Me asusté! ¡Dante se tardó un buen rato en buscarlas! —dijo mientras comenzaba a sollozar— ¿Y-Y Dante?

—Tranquila, nos encontró, ahuyentó a los tipos que nos seguían, y nos dijo que nos encontráramos contigo aquí.

—¿Y porqué no vino él también?

—Bueno…

—Dijo que nos fuéramos a su casa —intervino Taylor— Que allá nos vería.

—Oh…entiendo.

—Sí, así que será mejor que nos vayamos.

—E-Está bien, s-solo me despediré de Liam.

—¿Liam? —preguntó Taylor.

—Ese tigre de ahí —señaló al chico con el que hablaba, haciendo que nos volviera a ver a las 3— Me estuvo haciendo compañía todo este tiempo, es nuevo en la ciudad, dice que nos vio uno de estos días porque el va a uno de los clubes del instituto.

—Ya veo…bien, dile adiós a ese random y vente con nosotras.

Rosé siguió la indicación de Taylor, fue rápidamente a despedirse de su amigo y volvió con nosotras, para irnos las 3 a la casa de Dante.

 

 

Luego de pedir un Uber para irnos a la casa de Dante, llegamos al lugar, tocamos la puerta y para nuestra sorpresa, Dante nos abrió.

—Hola chicas, por fin llegaron, pasen, por favor.

Las 3 entramos, pero Taylor y yo estábamos algo confundidas, ya que lo de venir acá fue una excusa de Tay para no tener que decirle a Rosé que Dante nos llamaría y nos diría donde ir para contarnos…todo.

—¿Y tu mamá, Dante? —preguntó Rosé.

—Fue a hacer unos mandados.

—¿A esta hora?

—Si, es que ella aprovecha esta hora para dejar mercadería u otras cosas más en su local.

—Oh, ya veo, e-está bien.

—Imagino que tienen hambre, vengan, les preparé la cena.

—¿Tan rápido? —preguntó Taylor.

—¿Qué dices? —replicó Dante.

—Digo…te vimos hace como…20 o 30 minutos…cuando nos encontraste y nos salvaste…

—Ah, eso, jaja, descuida, pedí un Uber para venir más rápido, imaginé que ustedes se demorarían más, así que quería tener todo listo para ustedes.

—Claro, claro, ya veo, tienes razón, fuiste muy considerado jeje —contestó Taylor algo nerviosa.

—Bueno, siéntense, ahorita mismo les sirvo.

Nos sentamos en la mesa del comedor, Dante nos sirvió la cena en nuestros platos y se sentó a comer con nosotros, todavía no habíamos procesado la revelación de hoy, y de repente aquí estábamos, cenando, comiendo la cena que Anubis preparó para nosotros, era hasta gracioso.

La comida estaba exquisita, ya vi que si me llego a casar con Dante no tendré que preocuparme por esto, era de imaginarse que pudiera cocinar tan bien, aprendió de Denise, tuvo a una gran maestra.

La cena transcurrió de forma normal, charlamos, disfrutamos nuestros alimentos y luego ayudamos a Dante a lavar y secar los platos y acomodarlos de nuevo en las alacenas. Después de la cena, nos sentamos en la sala a platicar como si nada, de trivialidades y esas cosas, aunque en realidad Tay y yo queríamos saber la verdad, lo que Dante tenía que decirnos, pero pues al estar Rosé presente, supongo que eso tenía que esperar.

—Y díganme chicas ¿Se quedarán aquí o sus padres vendrán por ustedes? —preguntó Dante.

—M-Mis padres vendrán por mí —respondió Rosé— Estarán aquí pronto.

—Cool, asegúrate de tener todas tus cosas listas y que no se te olvide nada aquí.

—G-Gracias Dante.

—¿Qué hay de ustedes? ¿Las vienen a traer o se quedan?

—Si no es molestia, prefiero quedarme aquí.

—Yo igual —secundó Taylor— Nuestra ropa ya está lavada y lista para mañana de todas formas, y pues no es como que tenga muchas ganas de estar en mi casa.

—Está bien, por mí no hay problema.

Seguimos charlando en la sala, hasta que alguien tocó una bocina desde fuera de la casa, al salir a ver eran los padres de Rosé que vinieron a traer a su hija, acompañamos a nuestra amiga hasta el vehículo en cuestión y saludamos a sus padres, le ayudamos a llevar sus cosas y una vez dentro del auto, nos despedimos mientras ella se iba con sus padres.

Ya adentro de la casa, Tay y yo no perdimos tiempo en cuestionar a Dante sobre lo verdaderamente importante en ese momento.

—¿Y bien?

—¿Y bien qué?

—¿No vas a contarnos todo el asunto de Anubis?

—Chicas, estoy cansado, ya es tarde, mañana hay escuela, quiero irme a dormir.

—Vamos, mi amor, no nos dejes con esta intriga, de verdad queremos saber.

—Anya, por favor, de veras estoy cansado, no crean que trasnocharse a apalear criminales es algo sencillo.

—Lo sabemos, bebé, por eso mismo queremos saber cómo es, cómo empezaste, qué te motivó a hacer eso, siento que hay todo un espectro de ti que no conozco.

—Y lo conocerán, lo prometo, pero no ahorita ¿Ok?

—Por favor…cuéntanos Dante —empecé a hacer un puchero, mientras lo veía a los ojos, me puse de rodillas en el suelo y junté mis manos para verme lo más adorable posible y poder quebrarlo.

—Vamos Dante, queremos saberlo… ¿Sí? —Taylor entendió mi juego y se sumó, mientras meneaba su cola y lo veía de la misma forma que yo.

Conocía bastante bien a Dante, no iba a poder resistirse a nuestras suplicas, era cuestión de tiempo para que accediera a nuestra petición. Los segundos pasaban, la coraza dura en la que pretendía resguardarse se estaba resquebrajando poco a poco, pasados unos minutos pudimos notar como por fin Dante daba su brazo a torcer.

—Carajo…bien, bien, maldición…las odio, a ustedes y a sus miradas tan adorables, bien…les contaré todo.


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