Narra Dante
El recorrido siguió como si nada, el guía simplemente siguió mostrándonos más áreas del lugar, el bosque de secuoyas se extendía durante más terreno, sí que era grande. En cierto punto del recorrido nos enseñó una reserva del parque que tenía árboles de distintos tipos, distintos a las secuoyas, en su mayoría eran árboles de especias y hojas medicinales, como eucalipto, clavo y canela, tenían un olor particular, bastante agradable, aunque no para todos.
—¡Achuuuuu!
—Salud, preciosa.
—Gracias —le pasé mi pañuelo a Anya para que ella pudiera sonarse.
—¿Acaso eres alérgica a estos árboles?
—Si y no…O sea, no es alergia, es simplemente que su olor es demasiado fuerte para mí…al tener un olfato sensible, me incomoda y me hace estornudar…y me da ansiedad hasta cierto punto.
—¿Ansiedad?
—Si…odio los olores fuertes, odio estos pinches árboles.
—Tranquila, mi amor, ya casi pasamos esta sección. Disculpe, señor —llamé al guía a lo que este volteó a verme— ¿No hay otra forma de llegar al final de la reserva? ¿Rodear esta reserva? Es que algunos somos alérgicos a estas plantas.
—Eso es malo, pero no chico, lamentablemente no hay forma de llegar al acantilado sin pasar por aquí, los demás senderos no te llevan hasta ahí, toparías con un callejón sin salida si intentaras rodear, además, aunque en menor proporción, estos árboles están por todo el parque, este espacio es simplemente donde hay más de estos árboles reunidos en un solo lugar, esta parte es nueva en la reserva, fue pensado específicamente para eso, pero hay más desperdigados por ahí.
—Entiendo, gracias de igual forma.
El guía solo asintió y siguió guiándonos para llegar al acantilado.
—Lo siento, mi amor, creo que lo mejor será no acercarte a esta parte de la reserva en absoluto.
—Si… —volvió a sonarse la nariz— Creo que eso es lo mejor.
Después de pasar por esa área llegamos al acantilado que delimitaba esta reserva con la costa, la altura era bastante considerable, se podía ver perfectamente toda la playa sin problemas.
—Bien chicos, este es el último lugar que veremos hoy, el acantilado Deininger, tiene una altura aproximada de 30 metros, con una inclinación bastante extrema, su altura permite poder observar con detalle toda la zona costera aledaña al parque, ideal para tomar fotografías y capturar el paisaje que ofrece esta reserva, les aconsejo que no se acerquen mucho a la orilla, un simple resbalón o caída y encontrarían una muerte más que segura.
Todos empezaron a verse entre sí cuando Ryan hizo ese comentario, este acantilado no era ninguna broma, en efecto la altura era considerable, si tenías chances de sobrevivir a una caída de este acantilado parecían ser pocas.
—Al pie del acantilado está la playa de Enderts, obviamente hay una forma segura de llegar a ella, es ideal para pasear, tener un tiempo de calidad a solas o acompañado, el hecho que este rodeada por este parque la hace bastante exclusiva, permite gozar de privacidad y disfrutar del ambiente.
Todos nos acercamos con cuidado para poder ver la playa, el ciervo tenía razón en su apreciación, el paisaje era increíble, podías sentir la brisa costera golpeando tu rostro, aire fresco en su máxima expresión.
—¿Te sientes mejor?
—Mucho mejor, cariño —respondió Anya mientras inhalaba el aire que provenía de la costa— Siento como mis orificios nasales se destapan por completo, esto sí que es aire fresco.
—¿A poco no sería genial poder venir aquí y pasar un rato a solas tú y yo?
—Me encantaría, aunque no es el lugar lo especial, sino el poder pasar contigo.
—Awww bebé —le di un beso en la mejilla a lo que ella se sonrojó— Incluso con moquitos sigues siendo adorable.
—¡No me molestes!
—Jajaja ok, ok, era un cumplido, amor.
El ciervo continuó hablando sobre la playa en cuestión, nos indicó cómo podíamos bajar con cuidado hasta llegar ahí y así lo hicimos, seguimos un sendero casi imperceptible para la mayoría y en cuestión de minutos bajamos esa gran altura y estábamos en plena costa.
—Wow…este panorama es asombroso.
—En efecto, lo es, Dante.
—Imagínalo, en la noche, una fogata, la brisa marina, tú y yo, y la luz de la luna sobre nosotros, simplemente idílico.
—Sabía que eras un romántico, pero no creí que tanto —dijo mientras me tomaba del brazo y ponía su cabeza en mi hombro.
—Jeje supongo que sí lo soy, aunque no me molesta serlo con la persona indicada —la abracé y besé su mejilla nuevamente.
—Jejeje te quiero Dante.
—Yo también te quiero, Anya.
Nos quedamos unos segundos viendo las olas golpear la orilla de la playa, cuando de repente alguien más me llegó a la mente.
—Espera ¿Has visto a Taylor o Rosé?
—Nop, no las veo desde que asignaron las cabañas.
—Que extraño, no las veo por ninguna parte.
—Quizás anden por su lado, no te preocupes.
—Si…quizás.
Tal vez sea un poco exagerado, pero no me extrañaría nada que esas dos estuvieran haciéndolo justo en este momento, basándonos en experiencias previas son perfectamente capaces de eso, sobre todo Taylor.
Luego de unos minutos donde pudimos tomarnos fotos y disfrutar un poco del paisaje de la playa de Enderts regresamos por donde vinimos y nos dirigimos nuevamente al área de las cabañas, Ryan simplemente nos dijo que estábamos despachados por el día de hoy, que debíamos permanecer aquí y no irnos por el bosque o al acantilado junto a la playa porque eran áreas restringidas para nosotros, y que solo podíamos ir con autorización del guía y acompañados del resto de profesores.
Con todo eso en mente la hora del almuerzo llegó, nos repartieron platos de comida a todos, con su respectiva bebida, una vez que Anya y yo teníamos nuestros alimentos nos dispusimos a buscar una mesa, fue ahí cuando encontramos a Taylor y Rosé, estas estaban sentadas en una mesa ya con su comida así que decidimos acompañarlas también.
—Hola, hola, amiguitos —saludó Taylor de forma animada.
—Hola, tú, te nos escapaste en el recorrido eh —correspondió su saludo Anya.
—Si, y tú también Rosé, no las vimos por ninguna parte desde que salimos de estas cabañas —complementé yo.
—B-Bueno… —dijo Rosé.
—Es que nos desviamos, amigos, lo siento —contestó Taylor— El recorrido estaba aburrido, la verdad, la primera parte fue tediosa, así que pensamos que no nos perderíamos nada si simplemente nos saltábamos esa parte.
—Se perdieron la mejor parte, vimos el acantilado, la playa, a Dante le encantó.
—Me imagino, no te preocupes, la iremos a ver después.
—Pues tendrás que esperarte, amiga, el guía dijo que no tenemos permitido ir ahí sin los maestros o sin el personal del bosque, así que tendrás que quedarte con las ganas.
—Ya me conoces, Anya, eso no me va a detener.
—No seas necia, mija, eso te pasa por meterte en quién sabe dónde cuando deberías estar con nosotros —quejé.
—Sereno, moreno, no va a pasar nada porque nos infiltremos, ni que se fuera a acabar el mundo solo por eso.
—Tampoco dijimos eso, pero pues, evítate problemas.
—Si, sí, mandón, bájale dos rayitas a tu complejo de padre, por favor.
—Y tú bájale dos rayitas a tu estupidez, disfruta del lugar amiga, y sobre todo de nuestro almuerzo.
—Vale, vale, tienes suerte que tengo hambre, no me gusta discutir con el estómago vacío.
Degustamos nuestro almuerzo debidamente, la comida estaba deliciosa, pasar tiempo con mis amigas era lo mejor que podía pedir, eran de los pocos momentos en los que me sentía genuinamente feliz.
Las horas pasaron y todo transcurrió normalmente, como teníamos la tarde libre y solo podíamos estar en las cabañas la mayoría simplemente se fue y convivió con sus compañeros campistas, algunos se reunieron en las bancas de afuera a platicar y a pasar el rato.
De vez en cuando alguno que otro intentaba salirse del área designada e ir a otra parte del parque, y aunque algunos lo lograban tarde o temprano eran descubiertos por alguno de los profesores o empleados del parque y los regresaban a las cabañas, mientras eran recibidos por todos con burlas y chistes.
Sigo sin saber a ciencia cierta adónde se fueron Taylor y Rosé esta mañana, y cómo no las descubrieron, obviamente yo no iba a delatarlas, pero si me preocupaba por ellas, ya no pensaba en lo que vi en ese gimnasio y que pudiera repetirse, sino que estábamos en un terreno desconocido, no podían andar campando a sus anchas en un lugar que no conocen.
Y así llegó la noche, me encontraba en mi cabaña leyendo un libro que traje conmigo para pasar el rato, al mismo tiempo que le contestaba mensajes a Anya, habíamos pasado todo el día juntos, y aun así no me aburría de compartir tiempo con ella.
—¿A quién le escribes, Romeo? —preguntó Debra.
—A mi novia, Debra.
—¿No dijiste que todavía no era tu novia?
—No, dije que el bobo de su padre no nos había dado permiso todavía, pero a mis ojos ella ya es mi novia.
—Awww que tierno, mientras sea mutuo supongo que está bien.
—Así es.
—¿Y le contaste sobre…ese día?
—No, obvio que no, no sólo quedaría como un idiota por no haber visto las advertencias, sino que encima sería incómodo.
—Buen punto, rayos, es increíble que fuera capaz de algo así.
—Descuida, no eras tú, era el efecto del celo en tu cuerpo.
—Pero en parte si quería, puedo decir que esa chica es afortunada, porque besas muy bien, chico.
—G-Gracias, supongo.
—De nada jeje —Debra me guiñó un amigo y se fue a hablar con las demás.
Al ver que se iba regresé a mi libro, seguía leyendo y contestándole mensajes a Anya, hasta que me empezó a dar sueño y dejé el libro por la paz, y me quedé solamente prestándole atención a mi chica.
—Ya me estoy adecuando a esta cabaña ¿Y tú?
—Igual, aunque preferiría haberla compartido contigo y con las chicas.
—Lo sé, hubiera sido un cague de risa absoluto.
—Creo que ninguno habría dormido esta noche jajaja.
—Es verdad, pero hubiera sido una noche memorable.
—Tienes toda la razón.
—Pero bueno, podemos reunirnos en el almuerzo o en otro recorrido que hagamos mañana.
—Eso es verdad, pero buah, imaginarme eso me hace reír jajaja, Taylor estaría animando la noche con sus locuras.
—Y tú le seguirías la corriente.
—Jajaja obvio, a la orden pa'l desorden siempre.
—Jajaja estás loco.
—Pero así me quieres, primor.
—Así es, dulzura.
—Bueno, mi amor, ya tengo sueño, y es un poco tarde, me iré a dormir.
—Está bien mi amor, que descanses, nos vemos mañana, precioso.
—Buenas noches, te quiero.
—Y yo a ti, bye.
Me despedí de Anya y puse mi celular a un lado, la verdad que era un poco incómodo dormir en la cama de arriba, pero pues, no creo que vaya a estamparme contra el suelo mientras duermo, eso sería muy doloroso.
—Bueno niñas, me voy a dormir, que descansen.
—Buenas noches, pequeño —dijo Debra.
—Descansa, Dante, sueña con los angelitos —dijo Vanessa.
—Buenas noches, Dante —dijo Helen— Oigan, Alice también ya cayó, así que creo que es hora de dormir.
—Relájate, ustedes duerman mis niños, Vanessa y yo no haremos ruido ¿Ok?
—Ok, no se duerman muy tarde —dijo Helen.
Creí que compartir cabaña con ellas sería horrible, pero resultaron ser buenas chicas, bueno, es hora de descansar, mañana toca el segundo día de este campamento.