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Mientras avanzaban, se encontraron con una habitación cuyo techo estaba cubierto de cuerdas colgantes. Ren estudió cuidadosamente los patrones e intentó descifrar la secuencia correcta para pasar sin daño.
Mientras tanto, Elena decidió balancearse de cuerda en cuerda, navegando hábilmente a través de ellas. Sus arriesgadas acrobacias dieron resultado, y Ren no pudo evitar admirar su despreocupación y suerte, si es que no otra cosa.
En otro desafío, se enfrentaron a una pared de glifos y símbolos intrincados. Ren estudió meticulosamente cada símbolo, intentando descifrar su significado y orden. Elena, por otro lado, confió en sus instintos y tocó los símbolos que resonaban con ella. Milagrosamente, la pared se movió, revelando un pasaje oculto.