El Duque del Este miró a Arlo con desconcierto marcado en su rostro —Arlo, ¿está loco tu sobrino? —preguntó, aún sorprendido por la audaz demostración de poder.
La cara de Arlo, en contraste, tenía una sonrisa socarrona que ocultaba su orgullo y admiración por su sobrino. Había estado observando el crecimiento de Roy, presenciando su maduración en un hombre que no solo poseía una fuerza inmensa, sino que también era un ferviente protector de sus seres queridos. Mirando de vuelta al Duque del Este, replicó —No, no está loco. Pero definitivamente es alguien que no tolerará que se falte el respeto a su esposa.