—¡Está bien! ¡Está bien! No hay regla que diga que un sirviente necesita contarle todo a su antiguo amo. ¿No quieres decirme cómo conseguiste ese nombre? Claro, simplemente no digas ni una palabra.
Arlo apartó la mirada de Señor Murciélago como si realmente hubiera renunciado a saber cómo consiguió ese nombre.
Al escuchar sus palabras, cada uno de los monstruos de aura presentes en este lugar se sintió impactado.
—Mierda, ¿qué hemos escuchado?
—¿¡Nuestro principal consejero fue una vez esclavo de esta persona?!
—¡Q-qué noticia tan impactante!
Al revelarse su vergonzoso pasado, los ojos de Señor Murciélago dieron un pequeño tic.
Él miró fijamente a Arlo.
—¡Argh! ¡Lo hiciste a propósito, verdad?!
Arlo le devolvió una sonrisa, como para confirmar su suposición.
Para irritarlo aún más, Arlo añadió:
—Sí.
—¡Bastardo! —Señor Murciélago echaba humo.
Arlo, como para provocarlo aún más, apartó la mirada de él.