—¿De qué estás hablando? —Gabriel se levantó, apareciendo justo ante los aldeanos—. ¿Qué niños?
—Señor Gabriel —los aldeanos saludaron a Gabriel respetuosamente.
Gabriel ignoró su saludo. —Les he preguntado algo. ¿De qué niños estaban hablando?
—Ah, eso. Estábamos hablando de la ejecución de los últimos remanentes de dioses. Con sus muertes, casi todos sus linajes están extintos —exclamó el aldeano—. Estas fueron las instrucciones del señor Ezequiel. Dijo que necesitamos terminar lo que comenzamos.
—¿Terminar lo que comenzamos? —Gabriel frunció el ceño—. Se dio la vuelta y se marchó. Fue directo a Ezequiel para preguntarle.
Ezequiel estaba discutiendo algo con el señor del pueblo cuando Gabriel apareció ante él.
—¿Por qué teníamos que matar a niños pequeños? ¿No podríamos haber devorado su divinidad?
Ezequiel miró a Gabriel. Ya esperaba una respuesta como esta cuando Gabriel se enterara. Por eso no le había contado a Gabriel sobre este plan.