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Las lanzas de luz oscura parecían venir de la nada, su origen envuelto en misterio. Perforaron el aire con una velocidad siniestra, apuntando directamente a los Patriarcas.
Con rápidos reflejos, el Patriarca del Clan Sangre Nether conjuró una barrera protectora, mientras que los otros dos Patriarcas hicieron lo mismo. El impacto de las lanzas contra las barreras envió ondas de choque a través del área, haciendo que el suelo temblara y se cuarteara bajo sus pies.
Los ojos de Karyk permanecieron fijos en los Patriarcas, su expresión inescrutable. La Diosa de la Luz a su lado continuó de pie inmóvil, su forma un fuerte contraste con el caos que la rodeaba. Su poder era innegable, y el control de Karyk sobre ella le convertía en una fuerza a tener en cuenta.
A medida que el polvo se asentaba tras el impacto de las lanzas, una nueva presencia se dio a conocer.