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Theia... Quien una vez fue adorada como un dios, estaba parada en el medio de una sala majestuosa, con su cabeza agachada.
No muy lejos de ella, había un trono majestuoso. Solo el aura de ese trono ya era más fuerte que el aura de Theia, y ni hablemos del aura de la persona que se sentaba en él.
Se decía que muchas Bestias Divinas en el mundo fueron asesinadas, ¡solo para obtener los materiales satisfactorios para hacer el trono que pudiera satisfacer a la persona destinada a sentarse en él!
El aura del trono era como un torrente violento de energía. ¡Era imposible incluso para Theia mirar en dirección al trono sin dañar su propia alma!
Ella mantuvo su cabeza agachada, como si esperara que el hombre en el trono dijera algo.