—Piensa con claridad. ¿Quién es tu mayor enemigo? ¿La persona que realmente te atrapó aquí? ¿O yo, que no tuve más remedio que ayudarlo? —el hombre le preguntó a la Diosa de la Naturaleza, aún intentando convencerla.
Él sabía cuanta malicia y enojo esa mujer había acumulado a lo largo de los años. Por eso no quería liberarla si era posible. En cambio, había puesto sus esperanzas en Lira. Desafortunadamente, eso solo resultó en decepción y no le quedó más remedio que pedir ayuda a esta mujer.
¡Él sabía lo peligroso que era convencer a la mujer, pero no había otro camino para él en este momento!
La Diosa de la Naturaleza no respondió. Ella seguía luchando ferozmente por romper los grilletes para liberarse sin ayuda.