—La Bruja Nigromante no le dio a Kaizen tiempo para pensar en un plan —susurró una orden a su creación y la criatura atacó.
Este monstruo parecía llevar toda la velocidad que a la bruja le faltaba, ya que acortó la distancia entre ella y Kaizen en un instante.
Kaizen no esperaba que la criatura fuera tan rápida, por lo que no pudo esquivar el primer golpe, pero instintivamente intentó bloquearlo con su espada. La fuerza del golpe fue tan fuerte que fue lanzado lejos después del clangor de los dos filos al encontrarse, sin embargo, no perdió el equilibrio y solo arrastró las suelas de sus botas en el suelo.
En ese momento Kaizen miró su propia mano y notó que temblaba. Este temblor no era de miedo sino de pura adrenalina. Miró a la bruja, y ella se sobresaltó ante su mirada.
—¿Sus ojos... están brillando? —se preguntó.