(Perspectiva de Gurdan)
Gurdan no quería nada que ver con el Max de ojos morados, ya que quería mantenerse alejado de la pelea, pero con Angakok haciendo un movimiento inesperado, Gurdan fue tomado por sorpresa y forzado a enfrentarse en combate contra un aliado caído.
El cadáver carbonizado de Thalion, resucitado de las cenizas de la traición y alimentado por el resentimiento, se cernía sobre Gurdan como una sombra de muerte. Sus ojos huecos brillaban con un fuego humeante que mostraba un mensaje sombrío: venganza.
En su armazón esquelético, apenas eran visibles los contornos de su forma muscular, su carne quemada más allá del reconocimiento por la bola de fuego divina de Max. Sin embargo, en sus manos sostenía su fiel arco largo, una extensión de su propio ser, incluso en la muerte.
La figura amenazante avanzó, con movimientos rígidos e inquietantes.